Un hermano preocupado

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TOM

Miré desde lo alto del faro como Blair subía a la parte trasera de un coche y se fue nada más cerrar la puerta.

Tenía un debate interno sobre si seguirla o no.
Debería... o no debería...

Estuve a punto de coger las llaves de la moto y así llegar hasta ella para ayudarle y así seguir pasando tiempo con ella.

—¿Entonces quién pierde?

—El que se enamore antes. 

Ella no lo sabía pero yo ya había perdido hace mucho. Desde que la vi salir de aquel deportivo negro justo después de que ganase la carrera.
Me obsesioné con ella y cada vez que la veía estaba más seguro.
Y tal y como le dije a ella, si hubiese sabido antes quien era su padre, habría apartado mi ego y no lo hubiese matado, tal vez incluso hubiese sido capaz de hacer un tratado de paz para verla feliz.

Aunque fuese de lejos.

Martínez nunca hubiese dejado que lo nuestro funcionase.
Tal vez fue cosa del destino.

Al final decidí no seguirla. Sabía que no iba a aceptar mi ayuda, prefería que se arrastrara hacia mí para pedírmela.

ring ring...

Saqué el teléfono de mí bolsillo, en la pantalla se podía leer "Bill". Descolgué.

—Hola Bill.

—¡Joder Tom como se te ocurre pasar la noche con Blair! NOS TRAICIONÓ.

—Me da igual.

—No, no te da igual. No me hizo falta estar a tu lado para saber que sí te dolió. Soy tu hermano.

—¿Quién dice que no estoy jugando con ella?

—Sé que no lo haces.

—¿Cómo?

—Te lo noto, se te ve en los ojos y si hubiese sido un juego no seguirías tras ella. Y te escuché ayer con Miller.
Tom estás enamorado.

—No, nos vemos en casa adiós.—Colgué.

Si lo estás...

Sí, si lo estaba pero admitirlo en mi cabeza era más fácil que formular las palabras.

Miré a mi al rededor recordando lo de la noche anterior.

Las sobras de la comida, las luces caídas y las mantas arrugadas.

Dispersé rápidamente los pensamientos de mi mente.

Finalmente agarré las llaves de la moto pero para volver a casa.

(...)

—Hola a todos—Dije nada más entrar por la puerta principal.

Estaban Bill, Georg y Gustav sentados en el sofá viendo algo en la tele aunque no le prestaban mucha atención. Gustav estaba tranquilo tecleando algo en su portátil, tal vez haciendo encargos o mandando correos amenazantes a gente que nos debe dinero.
Y Bill y Georg se peleaban por el último regaliz del paquete.

—Hola Tom.—Gustav fue el único que captó mi presencia.

Después de las palabras de Gustav, Bill y Georg se quedaron inmóviles en su posición. Georg tenía el regaliz en la mano mas alejada de Bill y la otra le tiraba del pelo hacia atrás para que no pudiese alcanzarlo, y Bill estiraba los suyos como si sus brazos fuesen a hacerse más largos.
Ambos miraron en mi dirección.

—Hola Tom.—Dijeron al unísono.

Suspiré y me acerqué a ellos, sin que se diera cuenta le quité el regaliz a Georg y me lo comí de una.

𝐌𝐚𝐪𝐮𝐢𝐚𝐯𝐞𝐥𝐢𝐜𝐨 - 𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora