investigaciones

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TOM

—Tenemos que encontrar en seguida al hijo de puta que le ha hecho esto.

Desde el sueño de esa mañana, mi cuerpo no aguantaba más. La ira me carcomía por dentro y mi sed de sangre era mayor que otras veces.

» Gustav, encuentra información de a quién le debía dinero Jones. Gustav, encargate de seguir restaurando nuestras fuentes de ingresos porque vamos a necesitarlas y Bill, tú no le quites el ojo a Blair.«

Los tres asintieron y se pusieron manos a la obra.

Yo agarré las llaves del coche, varios fajos de billetes, una pistola y una navaja. Lo suficiente para sacarle información a alguien débil.

Sabía exactamente a donde dirigirme, también que no sería muy bien bienvenido aunque eso no me importó. Tenía solo una cosa en mente y era mantener a salvo a Blair.

Aparqué el coche, salí y saqué un cigarrillo para encenderlo y metermelo en la boca para luego sacarlo y exhalar el humo. Contemplé la casa que tenía en frente, era de tres pisos y de colores cálidos. Andé hasta la entrada y en vez de tocar el timbre golpeé un par de veces la puerta.

Tardaron unos segundos pero finalmente una mujer mayor de baja estatura, con el pelo corto y blanco abrió la puerta. Miró mi rostro y en cuanto se percató de quién era no pudo evitar mirarme con terror.

Volví a repetir la acción de antes con el cigarro pero esta vez echando el humo en su cara haciendo que esta frunciera el ceño.

—¿Puedo pasar?—Pregunté con falsa inocencia. La señora no respondió así que tiré el cigarro, la hice a un lado y entré dentro.

Caminé a paso rápido hacia la voz que reconocía pero antes de salir al patio trasero la mujer agarró mi mano obligandome a parar.

—¿Qué?—La fulminé con la mirada.

—Por favor no salgas, están mis nietos ahí fuera.—Me suplicó con ojos llorosos.

—No se preocupe—sonreí de lado antes de zafar su agarre y salir por la puerta.

Miller jugaba con sus nietos como una familia feliz, como la que Bill y yo nunca tuvimos.
Los niños sonreían como nunca al igual que Miller pero al mayor se le esfumó en seguida en cuanto se percató de mi presencia.

—Jugad con la abuela un rato, en seguida vuelvo.

—Abuelo ¿Quién es ese chico?—Preguntó la niña.

—Es un amigo.

—¿Podemos jugar con él?—Ahora fue el niño quien preguntó.

—Tiene prisa niños.

Se levantó del suelo y se acercó a mi.

—Vayamos dentro por favor.—Asentí y entré antes que él.

»¿Cómo se te ocurre venir aquí? tengo una familia.«

—A mí eso me da igual.—Saqué uno de los fajos de billetes y se lo entregué.—La mitad de lo que te tenía que dar.

—¿Y la otra mitad?

Enarqué una ceja.

—¿Qué hablamos de ser impacientes?—El hombre calló.—Te daré la otra mitad si me respondes a donde iban Williams y Blair ayer.

—No lo sé.

—Ay Miller, Miller.—Saqué la navaja del bolsillo—¿Como crees que tu mujer le va a explicar a tus nietos que ya no tienes lengua?—Ladeé la cabeza.

𝐌𝐚𝐪𝐮𝐢𝐚𝐯𝐞𝐥𝐢𝐜𝐨 - 𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora