Te quiero

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VICTORIA

—A ver Milo di "aaahhh"

—aaahhhh—Milo me imitó y yo le di la última cucharada de potito.

—Estas comiendo muy bien, vas a ser un chico muy grande ya verás.

Chi, mu gande—Reí.

—¿Quieres despertar a Blair? Aunque te lo advierto rubito, tiene mal genio.

—¿Ma enio? ¿Que sinifica?

Mal genio significa de mal humor o enfadada.—Agarré el cuerpecito de mi hijo en brazos y cuando íbamos camino a las escaleras sonó el timbre.

"Din don"—Imitó Milo entre risas.

Abrí la puerta y si no llega a ser que era mi hijo el que tenía en brazos, se me hubiese caído lo que tenía en ellos.

—Mami ¿Quién es...?

—Milo cariño porque no vas a nuestra habitación a jugar.

Peo yo queía despeta a Blai

Puede quedarse—Quedé confusa ante las palabras de Tom—Solo quiero ver a Blair ¿Puedo pasar?

Me mantuve pensativa durante unos segundos. Yo no le quería dejar pasar pero tal vez Blair se enfadaría conmigo si no lo hacía.

—Pasa y siéntate, enseguida voy a por ella y luego os traeré algo de beber.—Me aparté de la puerta.

—Gracias—El de trenzas pasó y yo cerré la puerta tras él.

Sin mirarle más subí a paso rápido las escaleras y entré en la habitación de Blair sin avisar. Estaba dormida aún con la ropa de calle, con el móvil al lado de la cabeza y la muleta tirada en el suelo.

—Blair—Moví su cuerpo de forma suave.

Blai—Repitió Milo.

—Mhm.

—Está Tom a bajo, quiere verte.

Esas fueron palabras suficientes para que se despertara y cogiera su muleta para salir de la habitación.

—Espera te ayudo a bajar.

—No necesito tu ayuda.

—Da-me la ma-no.

Ella suspiró y me agarró la mano con la que no sujetaba a Milo y poco a poco bajamos las escaleras.
Se sentó en el sofá mientras que Tom estaba sentado en el sillón de una plaza.

Dejé a Milo en el suelo para prepararles algo de tomar a ambos pero vi como mi rubito se les quedaba mirando muy asombrado.

—Cariño, si quieres siéntate al lado de Blair pero tienes que estar todo el rato en silencio ¿vale?

Vae mama.

BLAIR

Puse una mueca de dolor al sentarme en el sofá y solo esperaba que Tom no se hubiese dado cuenta de ello o al menos eso pareció.

—Perdón por mis pintas, no me esperaba tu visita.

—No, yo tampoco—Rió nervioso.—Y te he visto con peores aspectos... o mejores, como quieras interpretarlo.—Levantó una ceja.

—Ja, ja que gra-

La vista de Tom dejó de estar pendiente a mí ya que su atención se la ganaba la pequeña cabecita rubia que había pasado por delante mía y ahora se esforzaba por subirse el sofá.
Agarré sus bracitos y le senté a mi lado.

𝐌𝐚𝐪𝐮𝐢𝐚𝐯𝐞𝐥𝐢𝐜𝐨 - 𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora