Confesiones

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TOM

—¡CINCO DÍAS GUSTAV! Me dijo que se pasaría mas veces y llevo sin verla cinco putos días.

—Cálmate Tom, ya vendrá.—Intentó consolarme el rubio.—Piensa en otra cosa... ¿Te han llegado mas amenazas?

—Todo está en orden, voy a intentar reconstruir todo lo que nos destruyeron, llevará tiempo y dinero pero después de eso nuestros ingresos subirán de nuevo como la espuma.

—Si pasa algo más no dudes en decírmelo, me pondré a investigar en seguida.

—Gracias Gustav.—Le dí pequeños golpes en el hombro como muestra de agradecimiento.—Si me disculpas me voy a distraer un rato.

Agarré el vaso de Whisky y caminé lentamente hacia la barra donde había una rubia que no había dejado de mirarme en toda la noche.

—Hola jefe—Me miró coqueta.

—¿Trabajas para mí?

—No, pero si tu quieres sí.

—Interesante.

Me bebí lo que me quedaba de copa y lo dejé en la barra.

—¿Bailamos?—Pregunté y ella asintió.

Agarré su cintura con un fuerte agarre y nos metimos entre la multitud.

Yo en realidad no bailo, mas bien me gusta que me bailen.

La chica me lanzó una mirada lasciva y empezó a mover sus caderas mientras tocaba su cuerpo con sus manos. Se acercó a mí y movió su culo en mi entrepierna mientras yo besaba su cuello. Segundos después agarró mis muñecas y acarició su cuerpo con mis manos. Cuando me cansé de que ella tuviese el control, le di la vuelta sin ningún tipo de cuidado y choqué mis labios con los suyos.
Ella gimió en mis labios haciendo que mi palpitante entrepierna creciera más.

—¿Tom?

Empujé a la rubia y miré detrás de mí.

—Blake...—Mis ojos se abrieron como platos—No te esperaba.

—Perdona no tuve tiempo de venir.

—¡Hola, Estoy aquí!—gritó la rubia para hacerse notar.

—Vete.—ordené.

—¿Qué?

—¡QUE TE VAYAS!—Grité mientras daba la vuelta para mirarla. Ella me miró muy asustada, sus ojos se cristalizaron y se fue.
Menos mal que la música estaba muy alta y solo los pocos de nuestro al rededor me escucharon.

Volví a mirar a Blake.

—¿Quién era esa?—Preguntó con el ceño fruncido.

—Ni lo se y ni me importa—espeté—¿Estas celosa, preciosa?

—Ya te gustaría.

Sí, sí me gustaría

—Ve a la zona VIP y siéntate en alguna mesa, en seguida voy.

Blake me hizo caso de inmediato y yo fui al baño.

Abrí la puerta con fuerza, me acerqué a un lavabo y me contemplé en el espejo.

Mis labios estaban rojos e hinchados, el pañuelo que siempre ponía en mi frente estaba suelto y mi entrepierna seguía palpitante.
Lo primero que hice fue quitarme el pañuelo y justo después me lavé la cara con agua fría. Respiré hondo, me sequé la cara con papel y volví a ponerme el pañuelo.

No sabía la razón de por qué quería causarle una buena impresión a Blake, simplemente lo hice.

Salí del baño y pude contemplarla hablando con un conocido en MI zona VIP y que claramente tenía segundas intenciones.

𝐌𝐚𝐪𝐮𝐢𝐚𝐯𝐞𝐥𝐢𝐜𝐨 - 𝚃𝚘𝚖 𝙺𝚊𝚞𝚕𝚒𝚝𝚣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora