Capítulo 3

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Dicen que debemos ser fuertes, pero ¿que pasa cuando ya no te quedan fuerzas?

Camy

Al despertar me levanto de la cama y antes de que ponga un pie en el suelo observo el colchón en el suelo dónde durmió anoche Jones y me sorprendo al ver que no está allí

Sé que habíamos quedado en eso, que él se iría al amanecer para no levantar sospechas y que mis padres no lo vean pero estoy un poco decepcionada

Una parte de mi quería que se quedará para conversar un poco y así saber de su vida pero la otra (que es la que odio ahora mismo) me gritaba a los cuatro vientos que tenía que dejarlo marchar

Tenía la certeza y sospecha de que lo conocíamos de algún lugar pero ahora no recordaba exactamente en dónde. Pero bueno, no tenía mucho tiempo para pensar en eso porque tenía que prepararme para trabajar

El trabajo era lo que me iba a ayudar. Estaba segura de que si

—¡hija! Ven aquí—grita mi madre desde abajo y antes de bajar, sé que se trata del desayuno. Mi madre tiene muy malos hábitos como por ejemplo: no cocinar, según ella, soy la mejor en estos casos

—¡ya voy!—le grito de vuelta ya lista para comenzar mi día maravilloso (nótese el sarcasmo) pero al final estaba acostumbrada, no iba a resolver nada si comenzaba a pelear con mi madre

Al bajar lo primero que ven mis ojos son a mi familia (hermana, papá, abuela materna y mi madre) sentados a la mesa mirando el desayuno fijamente con cara de asco

Confundida me acerco hacia ellos y al ver los platos mi rostro se contrae en frustración. Por dios, es demasiado asqueroso y sobre todo extraño

Miro a mi madre y a mi padre repetidamente de un lado a otro hasta que es mi madre quién rompe el silencio incómodo

—¿puedes decirme que es esto?—se nota a simple vista que está pasando por un momento de confusión extremo pero yo también me encuentro así. ¿Cómo la comida paso de ser comestible a ser totalmente desechable en unos días?

Era imposible. No había explicación razonable para esto

A menos...

—no lo sé mamá, yo—iba a explicarle con la pura verdad que no sabía nada de la comida ni como se echó a perder así pero antes de que pueda hablarle me calla con una señal con su mano para que me detenga

Esto se va a poner feo. Y es solo el comienzo

—¿no lo sabes? Qué casualidad más grande, yo tampoco sé de una galería de arte que quiere exponer tus pinturas—al oírla decir aquello el corazón me late a toda velocidad al igual que mis manos están sudando y tengo un nudo en la garganta. ¿Una galería de arte?

Y ¿quiere exponer mis pinturas?

Esto es una locura. Casi nunca pintaba nada porque estaba en el trabajo y no tenía mucho tiempo libre para hacerlo pero, antes de terminar la carrera, mi profesa me aconsejó dejar unos dibujos allá para unas galerías y que ella me llamaría en cuanto encontrará una

Solo que no espere ,nunca, a que este día llegará tan pronto. Todos decían que tenía talento pero yo nunca creí eso de mí misma. Todo lo contrario, menospreciaba mi trabajo aún cuando todos me felicitaban por el buen arte que me cargaba

Y ahora que me dicen esa gran noticia no puedo dejar de pensar si se trata de un error. Solo una simple equivocación que me hizo ilusionarse por gusto

—¿cómo? ¿Es en serio? ¡Nunca me contaste nada!—grito malhumorada por haberme ocultado algo tan importante como esto

Las grietas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora