Las palabras perfectas se dicen a tiempo
Camy
Había pasado el resto del día al lado de Jones en todo momento, solo me aleje de él para ir al baño y traer a escondidas unos buenos chocolates para ambos
Lo sé, muy mal de mi parte al hacer algo así pero es que cuando me mira con esos ojos y la boca en un puchero me es muy difícil negarme a algo
Soy una blanda, lo siento
—oye traje unas galletas, son tus favoritas—le comunico entrando por la puerta de su habitación con varias cajas de ellas ocultas en mi bolso
—gracias pero ¿cómo supiste que eran justo estás?—pregunta confundido arqueando las cejas con una linda sonrisa en sus labios
Esos labios que tanto me gustan claro
—le pedí información a tu banda. Son muy comunicativos cuando quieren algo a cambio ¿Sabes? Ten cuidado—bromeo acercándome en su dirección y colocarle una galleta encima de su lengua. Dios, esto debería ser prohibido
—lo tendré, aunque estoy casi seguro de que se trata de Conan, es muy puto cuando quiere—habla con la boca llena de galletas por lo que le doy un suave manotazo en el hombro
—adivinaste, él mismo fue—sonrío de oreja a oreja al oírlo
—lo suponía—rueda sus ojos
—ay vamos, no te pongas así—me siento a su lado de la camilla para observarlo mejor y jugar con un mechón rebelde
—¿así cómo?—pregunta divertido haciéndose el malentendido
—como si no te importara en lo absoluto—digo lo obvio
—relájate, no lo hago—sube sus manos en señal de rendición
—vale, entonces...¿qué hacemos?—claramente que él tenía que malinterpretar toda la situación solo por una simple pregunta
—se me ocurren varias ideas y muchas de ellas tienen que ver contigo—guiña uno de sus ojos mirándome con picardía
—no seas sucio Jones, estamos en un hospital, por favor—ahora soy yo quien rueda los ojos al ver sus insinuaciones
—y ¿quién dijo que teníamos que hacerlo aquí? Es más limpio en una habitación de un hotel—señala su punto pero la verdad es que no tengo esas intenciones
Por lo menos no ahora
—no Jones, acabas de sufrir un accidente. No haré tal cosa—niego con la cabeza aún con su mechón de pelo en mis manos
—yo hablaba de dedicarte canciones con la guitarra pero si quieres algo más...—al decir esas palabras de forma burlona un sonrojo se apodera de mis mejillas. Mierda
—emh, vale. Cómo quieras—evito su vista fija en mi a toda costa
—¿estás nerviosa? ¿Qué pensó esa cabecita tuya?—se burla en mi cara pero no tengo vergüenza para mirarlo
Dios, soy una sucia al igual que él
—nada, solo... imaginaciones—respondo más rápido de lo que pretendía hacer por lo que ya sé, que estoy en problemas. Bien serios para ser exactos
—me gustaría ser parte de ellas, ¿me muestras?—y hace la última que esperaba: me guiña el ojo de forma coqueta mientras se lame el labio inferior
¡Él, Jones! ¡Haciendo tal cosa!
—claro que no. Estás enfermo—niego ante su idea descabellada. Está demente
ESTÁS LEYENDO
Las grietas de un corazón roto
Novela JuvenilCamy está rota. Jones está roto. Ambos destruidos emocionalmente por las piedras del destino e injusticia de las personas a su alrededor. Aunque no todo estaba tan perdido en sus vidas como ellos creían, al conocerse una clara luz fugaz se coló en s...