Prólogo

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Camy estaba bien. O así quería aparentar

Su vida nunca ha sido fácil y eso lo sabe mejor que nadie. Mucho mejor que los niños pijos que la rodean en las calles

Justo hoy, el día de su cumpleaños número dieciséis tiene que trabajar duro hasta las tantas de la noche en una cafetería que, no está tan mal para ganarse la vida pero no la hace tan feliz como la pintura

Pero allí está: atendiendo sus mesas correspondientes para no enfadar a su jefe y a la vez a su familia, quiénes la habían obligado a trabajar a penas termino los estudios en la universidad de arte

Eso era lo que la hacía feliz. No un café lleno de gente gruñona con miles de insultos en la boca hacia todo lo que se moviera a su alrededor

Pero tenía que quedarse allí por las malas, por tal de mantener a la familia y que saliera a flote en cuánto a lo económico

Al terminar a la una de la mañana, con el frío fuerte de enero camina cansada rumbo a su casa, deseando llegar y tumbarse en su cama calentita a la vez que se toma una buena taza de té para luego dormir durante horas

Aunque claro, no todo pasa como uno espera. Al doblar la esquina, que está cerca de su pequeño apartamento está su novio en un rincón oscuro al lado de una sombra

Con cuidado y sigilo se acerca lo más posible para detallar que, esa sombra en verdad es una muchacha y que lo está besando de una forma asquerosa contra la pared de un local

Parecen muy alejados de la realidad ya que no notan que ella está allí, viéndolo todo con un mar de lágrimas en sus mejillas y rostro. Está destruída emocionalmente por culpa del chico quién le había jurado estar siempre juntos y acabo haciendo esto

Aunque se rompe aún más, si cabe, cuando al fin parecen notar su presencia en ese maldito lugar haciendo que rompan el beso y se voltean en su dirección

La mira de una forma descarada. No hay arrepentimiento ni dolor en su mirada. Solo sopresa y miedo de que al fin se haya dado cuenta de quién es él en realidad

—que...¿por qué?—es lo único que puede decir con la voz entrecortada, impactada y dolida por lo que sus ojos acaban de presenciar. Esto no se lo esperaba y menos el día de su cumpleaños

No hay un manual para estas situaciones de mierda y maldiga al aire por ser tan estúpida. Sabe muy bien que pasaba noches sin llamar, ni aparecer en casa pero pensó que tal vez tenía escuela y deberes

Pero estaba siendo ilusa. Mientras ella pensaba en él cuándo trabajaba, bañaba, comía e incluso en la cama él la engañaba con otra en sus narices

Es un imbécil. Uno monumental que no tenía derecho de hacer algo así de vil. No tiene corazón

—lo siento. Pero tenía que hablarlo contigo tarde o temprano. Quiero terminar—le dice y esas palabras le duelen más de lo que debería. Le queman en la garganta, corazón y piel al decírselas en la cara sin tartamudear

Tal vez no la amaba como ella a él. Solo le dió más de lo que él podía darle. Simplemente se dejó llevar por las bonitas emociones que le hizo sentir con el primer beso, toque e incluso caricia

Ese chico era único. Amable, de buena familia y te trataba con respeto. Cualquier chica con ojos y sentido común quisiera uno como él en su vida

Amaba escucharla hablar sobre sus libros y música favorita todo el tiempo. Se decían todo, ya sea bueno o malo. Creía en él ciegamente y al ver lo que hizo con su amor el corazón se le hizo trizas

Era una grandiosa persona. Una en la que podías hablarle de lo que sea que podía llegar a comprenderte. Tal vez por eso se lanzó a él en cuanto pudo

Ya que él sí la entendía de verdad. No como los demás

Pero claro que eso era antes de que le entregase todo. Y no hablaba solo de su amor y cariño, sino de todo su ser. Se entregó completamente a esa persona y no dudo ni un instante en hacerlo

Y allí cometió el error. Le dió tanto  que nunca le devolvió ni la cuarta parte de todo lo que ella dió por esa relación. Su amor, costumbres, vicios, aficiones, lo que le gustaba dejó de gustarle por él. Y lo más importante para ella: su virginidad

La perdió con ese imbécil que no dudo ni un momento en tomarla y desecharla, como si no fuera nada

Ella tenía miedo de que algo así podía pasarle. En el fondo creía que nunca le haría eso la persona en la que más confiaba

Pero estaba en un error. Uno enorme. Aún así, retomó las pocas fuerzas que le quedaban y le respondió con la cabeza en alto:

—pues terminemos. A fin de cuentas ya no sentimos lo mismo el uno por el otro—y es lo último que se escucha en esas calles solitarias para así echar a correr hacia su casa y encerrarse allí

Al llegar a su habitación y cerrar con llave no se sorprende en absoluto cuando sus padres no se despertaron y la saludaron. O como no le preguntaron si quería comer algo

Solo entró, dejo las cosas encima de la mesa y se coló en su habitación para echarse a llorar debajo de las sábanas. Le dolía todo el cuerpo

Pero más ese maldito órgano llamado corazón que le tenía la vida echa una basura. Siempre confiando plenamente en las personas a la primera, por eso ocurrió esto

Todo esto es su culpa. Solo de ella

Aunque, a pesar de toda la situación que estaba pasando, con dolor y lágrimas en los ojos decidió hacer algo que nunca creyó hacerlo. Hasta ahora

Marca el primer número que aparece en sus contactos y da varios timbres cuando al tercero lo descuelga y habla con el corazón en la mano:

—tenemos que hablar cuanto antes. Ahora sé lo que me dijiste, siento las grietas de un corazón roto—le dice bajito pero lo suficiente alto para que lo escucharán al otro lado de la línea y al soltarlo siente un gran alivio en su pecho

Pero no tanto como para dejar de doler

Aquí comienza su historia. No una con un final feliz. Solo un final que, no será bueno para ninguno de los dos

Pero bueno

¿Quién dijo que lo fuera?

Las grietas de un corazón rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora