El Partido (parte 2/2)

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-¿Sabes qué? Mejor te espero aquí

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-¿Sabes qué? Mejor te espero aquí.

-Pero ¿qué le paso a tu valor? Estuviste estupendo esta mañana.

-Todavía no se me ha olvidado la última vez.

Parecía increíble que aquello hubiera sucedido apenas ayer. Se acercó tan rápidamente a mi lado del coche qué apenas pude apreciar una imagen borrosa. Empezó a desatarme el arnés.

-Yo los suelto; tú vete -protesté en vano.

-Humm... -parecía meditar mientras terminaba rápidamente-. Me parece que voy a tener que forzar un poco la memoria.

Antes de que pudiera reaccionar, me sacó del jeep y me puso de pie en el suelo. Apenas había un poco de niebla; parecía que Gemma tenía razón.

-¿Forzar mi memoria? ¿Cómo? -pregunté nerviosamente.

-Algo como esto -me miró intensamente, pero con cautela, aunque había chispa de humor en el fondo de sus ojos.

Apoyó las manos sobre el jeep, una a cada lado de mi cabeza, y se inclinó, obligándome a permanecer aplastado contra la puerta. Se inclinó más aún, con el rostro a escasos centímetros del mío; no había espacio para escapar.

-Ahora, dime -respiró y su efluvio desorganizó todos mis procesos mentales-, ¿qué es exactamente lo que te preocupa?

-Este, bueno... estamparme contra un árbol y morir -tragué saliva-. Ah, y marearme.

Reprimió una sonrisa. Luego, inclinó la cabeza y rozó suavemente con sus fríos labios el hueco en la base de mi garganta.

-¿Sigues preocupado? -murmuró contra mi piel.

-Sí -luché para concentrarme-. Me preocupa terminar estampado en los árboles y el mareo.

Su nariz trazó una línea sobre la piel de mi garganta hasta el borde del mentón. Su aliento frío me cosquilleaba la piel.

-¿Y ahora? -susurraron sus labios contra mi mandíbula.

-Árboles -aspiré-. Movimiento, mareo.

Levantó la cabeza para besarme los párpados.

-Harry, en realidad no crees que te vayas a estampar contra un árbol, ¿verdad?

-No, aunque podría -repuse sin mucha confianza. Él ya olía una vitoria fácil.

Me besó, descendiendo despacio por la mejilla hasta detenerse en la comisura de mis labios.

-¿Crees que dejaría que te hiriera un árbol?

Sus labios rozaron levemente mi tembloroso labio inferior.

-No -respiré. Tenía que haber algo eficaz en mi defensa, pero no podía recordarlo.

crepúsculo /l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora