La mañana siguiente resultó muy difícil discutir con esa parte de mí que estaba convencido de que la noche anterior había sido un sueño. Ni la lógica ni el sentido común estaban de mi lado. Me aferraba a las partes que no podían ser invención mía, como el olor de Louis. Estaba seguro de que algo así jamás hubiera sido producto de mis propios sueños.
En el exterior, el día era brumoso y oscuro. Perfecto. Louis no tenía razón alguna para no asistir a clase hoy. Me vestí con ropa abrigadora al recordar que no tenía chamarra, otra prueba de que mis recuerdos eran reales.
Al bajar las escaleras descubrí que Des ya se había ido. Era más tarde de lo que creía. Devoré en tres bocados una barra de cereal acompañada con leche, que bebí directo del envase, y salí a toda prisa. Con un poco de suerte no empezaría a llover hasta que hubiera encontrado a Tom.Había más niebla; el aire parecía impregnado de humo. Su contacto era gélido cuando se enroscaba en la piel expuesta del cuello y el rostro. Deseaba llegar rápido al calor de mi vehículo. La neblina era tan densa que hasta que no estuve a pocos metros de la carretera no me percaté de que en ella había un coche, un coche plateado.
Mi corazón latió despacio, vaciló y luego reanudó su ritmo a toda velocidad.
No vi de dónde salió, pero de repente estaba ahí, abriendo la puerta para mí.—¿Quieres dar una vuelta conmigo? —preguntó, divertido por mí expresión, sorprendiendome aún desprevenido.
Percibí incertidumbre en su voz. Me daba a elegir de verdad, era libre de rehusar y una parte de él lo esperaba. Era una esperanza vana.
—Sí, gracias —acepté, e intente hablar con voz tranquila.
Al entrar en el caluroso interior del coche me di cuenta de que su chamarra color canela colgaba de la cabecera del asiento del pasajero. Cerró la puerta detrás de mí y, antes de lo que era posible imaginar, se sentó a mí lado y arrancó el motor.—Traje la chamarra para ti. No quiero que te enfermes ni nada por el estilo.
Hablaba con cautela. Me di cuenta de que él no llevaba chamarra, sólo una camiseta gris de manga larga con cuello en “V”.
De nuevo, el tejido se adhería a su pecho musculoso. Lograr apartar la mirada de aquel cuerpo fue un colosal tributo a su rostro.—No soy tan delicado —dije, pero me puse la chamarra sobre el vientre e introduje los brazos en las mangas, demasiado largas, con la curiosidad de comprobar si el aroma era tan bueno como lo recordaba. Era mejor.
—¿Ah, no? —me contradijo en voz baja que no estuve seguro de si quería que lo oyera.
El vehículo avanzó a toda velocidad entre las calles cubiertas de jirones de niebla. Me sentía cohibido. De hecho, lo estaba. La noche anterior todas las defensas estaban bajas... casi todas. No sabía si seguíamos siendo tan cándidos hoy. Me mordí la lengua y esperé a que él hablara.
Se volvió y me sonrío burlón.
—¿Qué? ¿No tienes veinte preguntas para hoy?
—¿Te molestan mis preguntas? —pregunté, aliviado.
—No tanto como tus reacciones.
Parecía bromear, pero no estaba seguro. Fruncí el ceño.
—¿Reaccioné mal?—No. Ése es el problema. Te tomaste todo demasiado bien, no es natural. Eso me hace preguntarte qué piensas en realidad.
—Siempre te digo lo que en verdad pienso.
—Lo censuras —me acusó.
—No demasiado.
—Lo suficiente para volverme loco.
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crepúsculo /l.s
VampirosCuando Harry Styles se muda a la fría ciudad de Forks y conoce al misterioso y atractivo Louis Tomlinson, toda su vida dará un giro emocionante a la par que aterrador. Con su piel de porcelana, sus ojos dorados, su voz hipnótica y sus dones sobrenat...