Mi nombre es Nicolás, soy Nicolás Rodríguez y tengo 22 años, soy alguien con la suficiente mala suerte para traer desgracia a mi mismo sin importar a dónde vaya. Pero siempre me siento mejor en el regazo de la abuela. Mi querida abuela y abuelo, no saben lo emocionado que estoy por huir con ustedes, mamá se molestó tanto que parecía echar humo por el coraje, dió un par de pataleos pero finalmente logré que me dejara volver al lugar donde soy feliz. Ella dice que solo será una temporada, que volveré a casa y entonces terminaré la universidad que papá eligió, si tan solo supiera que no hay forma en la que pretenda volver.
La abuela consiguió un par de boletos, dice que es un premio por un partido de bingo donde salió victoriosa y miró a la señora Miriam retorcer la boca por el disgusto, definitivamente ella y la abuela son enemigas, cada año compiten por el mejor jardín, las mejores galletas horneadas e incluso compiten por la mejor abuela del vecindario, ella es muy divertida, pero cuando pelea con esa mujer ella es asombrosa, se asegura de obtener la venganza en caso de la derrota, me dijo que los boletos eran para un crucero que saldría de la ciudad y su parada sería cerca del pueblo, así que pensó que sería una buena idea para tomar unas vacaciones antes de llegar a mi hogar con ellos. El abuelo seguramente está igual de emocionado por verme como la abuela, ellos me quieren tal y como soy, no puedo decir lo mismo de mis padres.
Mi madre y mi padre suelen decir "Nicolás, cúbrete ese cabello" "Nicolás, haz esto" "Nicolás deberías ocultar aquello". Parece que debo cambiar muchas cosas para ellos, mi cabello pelirrojo, que creo que es lo principal y urgente para ellos, quienes corrieron con tan mala suerte que termine siendo alérgico a los tintes y al 95% de las cosas que me rodean. Mi heterocromía es una fascinación para mí padre, dice que muy pocos casos se dan como el mío y parece que soy un objeto de estudio y fascinación, al menos mis ojos reciben su atención. Además, tengo tantas alergias que es imposible de contarlas, siempre cargo mis pañuelos y medicamentos a todos lados, y tengo cuidado con las abejas e insectos, nunca me han picado, y prefiero no descubrir si soy alérgico a ellos también.
Cogí mis maletas tan pronto como la abuela convenció a mamá, y sin pensarlo dos veces salí de casa corriendo hacia el bus, y digo corriendo lo que sería correr para una tortuga, pero entre más lento más seguro será el paso. Eso creo yo. Por eso la liebre no llegó a la meta, apuesto a que algo le sucedió antes de llegar. Estoy impaciente, es la primera vez que estaré sobre un crucero, siento pena por los abuelos, esto pudo ser una cita para ellos y prefirieron sacarme de casa, quizás después pueda hacer algo por ellos.
Cuando el bus se detiene mi maleta se atora de las ruedas con el escalón, y el conductor cierra la puerta dejando mi maleta a medio salir, tuve que gritar un tanto hasta que logré sacarla y suspiré. Es un nuevo comienzo, no debería de desanimarme pero, presiento que tendré aún mala suerte hasta que esté sobre ese barco, y lo se, porque la goma de mascar del suelo se pegó a mi zapato, y estornudo a causa de cualquier cosa que entre a mi nariz. Tengo que detenerme y limpiarme antes de volver a la misión. Aún debo llegar hasta el muelle, por lo que decido tomar el metro, pero las escaleras son tantas, bajar no fue tan difícil, las maletas rodaban por su cuenta pero subir, eso sí son palabras mayores, aún así arrastró mis maletas por las escaleras, tuve que llenar las un poco porque estoy seguro que si olvidó algo mamá me diría que aún soy inútil por mi cuenta, y que seré una carga para mis abuelos, así que trate de meter todo cuánto pudiera, no dejaré está vez que mamá controle mi camino.
Estoy harto de las humillaciones de cada día, balones en la cara no solo en deportes si no también en el almuerzo, desastres en los zapatos, pisar chicles, caca e incluso ratones muertos o palomas. Soy Nicolás Rodríguez y estoy seguro que a partir de ahora saldré de la vida de todos los que algún día conocieron al patético yo, porque ahora iré camino a mi felicidad y no seré igual, seré alguien genial que no volverá a tener popo de paloma en su hombro nunca más, cambiare para ser feliz y cuando eso pase mis padres me dejarán vivir con los abuelos. Podré hacer lo que quiera finalmente, unos meses en los que seré dueño de mi mismo, seré el mejor compañero de los abuelos, y jamás nadie volverá a molestarme, porque ahora seré afortunado, me lo he prometido a mi mismo y así será.
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UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR
Teen FictionEn un crucero del amor, Nicolás, un chico pelirrojo con pecas, se embarca en una aventura que cambiará su vida. A pesar de su timidez y sus alergias, encuentra consuelo en los brazos cálidos de Jay, un chico misterioso con un pasado doloroso. A medi...