CAPITULO ONCE: INSEGURIDAD

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Las miradas pueden sentirse como quemaduras de sol, como el fuego ardiente que podría traspasar la piel. Otras que parecían hacerte sentir como si fueran algo músculo e insignificante. Conocía perfectamente esas miradas, las sintió por largos años. Jay era muy bueno pero en ese instante podía escuchar, sentir. Lo estaban juzgando. De sólo pensar en que podría decir la gente se sentía morir. ¿Un chico guapo dejando a su cita por ayudar al tartamudo miope de la mesa? Patético. Nicolás sentía como si todos le estuvieran mirando, veian como estorbaba en la relación de ellos, como un lisiado a quien cuidar. Además del susurro incesante sobre su preferencia, lo decían en coro "que patético gay".

Vamos, seguramente fue difícil ir a la escuela ¿no es cierto? con esos grandes lentes, debes tener cuidado cuando caminas para evitar tropezar, no queremos que te accidentes- dijo Mónica mientras sonreía amablemente y veía a Jay a lo lejos buscando el jugo para el niño molesto frente de sus ojos - ¿cómo fue la escuela para ti Andrea? seguramente eras la chica cool ,¿verdad?
Mhh quien sabe. Ni siquiera les prestaba atención a los que se preocupaban por esas tonterías. Siempre he dicho, haz lo que quieras y disfrutalo. Eso es todo. Que te valga nueve millones de mierda lo que los demás piensen.

Nicolas estaba teniendo una lucha interna consigo mismo. Odiaba sus palabras, odiaba ser el único que se sentía como un extraño. Lo que dijo Andrea no tenía sentido, él no podía batallar contra tantas palabras, no podía pelear con todos los que había conocido. Pues de entre todas las otras personas cercanas a su edad, Jay había sido el único que le había mostrado amabilidad, y a pesar de eso no podía evitar sentir que le estaba arruinando la vida.

- Yo .. yo puedo sólo - tomó el vaso dejando a Jay con el ofrecimiento como si nunca lo hubiese hecho. Fue a la mesa no queriendo ver a su amigo, no quería -pu puedo sólo Jay

- Ah, está bien...- dijo un poco desanimado pero comportándose tan amable como siempre, una amabilidad que a veces Nicolas se cuestionaba si la merecía, la amabilidad que había hecho sentir a su persona tan agusto y tan cálido, pero que en el fondo sospechaba, no... era un hecho que esa amabilidad era tan común en él que era con todos .

-P p uedo s' sólo -sus manos temblaban, apretaba los labios como si no pudiera siquiera mantener firme su propio vaso vacío. Mucho menos tomar esa jarra de jugo. No podía ni verle a los ojos. Jay lo sabía, si Nicolas seguía así tal vez se cortaría con los fragmentos del vaso que ni era capaz de sostener - pp e u edo - Nicolas seguía susurrando sabiendo que era imposible hacerlo, se decía a sí mismo que no era más que lástima lo que Jay sentía por él. Se había apiadado de la cosa fea y patética que era.

-Es claro que puedes hacerlo, pero... ahora que lo pienso yo también quiero más jugo y no seria amigable que tu le sirvas a alguien como yo porque ... porque ¡es la regla! yo iba a ser el mejor anfitrión en este barco con mis amigos y entonces - dijo tomando el jugo y le sirvió el vaso a poco menos de la mitad - y también ustedes chicas - dijo acercándose a los vasos de ellas y sirviendo jugo para todos - lamento mucho que no fuera así de servicial, lo había olvidado. También les serviré galletas como compensación por no ofrecerles jugo antes- sonrió.

- Jay, definitivamente te tengo en la mira. Eres tan amable y atento que mis amigas estarían celosas por conocer a mi cita del crucero, si tu sirves eso entonces yo voy a ayudar con preparar un juego de mesa, ¿ Te gustaría jugar Andre? ¿ Me acompañas por uno ?

- un buen juego no suena mal, vamos.

ambas se pararón de sus sitios mientras salian conversando sobre sus vidas de adolescencia, sin duda monica no solo era bonita y agradable, las notas de sus calificaciones parecian perfectas sin ninguna decepción y la vida social parecia sonreir ampliamente para ella, amigas interesantes y con cultura, personas conocedoras con las que tener diversos temas a conversar pero sin llegar al punto de solo beber té caliente en una mesa en medio de un jardín floreado y con una elegante sombrilla como hacían seguramente las antiguas damas británicas, ella también sabía divertirse y relajarse, era una joven con la que era facil entablar una relacion y muy dificil de detestar, aunque no era puramente amable, aún así no era que fuera desagradable incluso en presencia de quien no solia agradarle su compañia.

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora