En el horizonte la noche empieza a caer, y todo se vuelve de un color distinto. Se que estoy exagerando, la abuela jamás me ha dicho algo por mi pelo o pecas, incluso era cuidadosa con mis alergias y regañaba a mí padre por ser tan malo conmigo. Pero pensar en perder su cariño es tan aterrador. El líquido que bajaba por mi garganta era amargo, pero no sabía mal (no tan mal) quizás porque mi tristeza era más amarga que el mismo, aprieto los labios con intenciones de coger otra copa más...pero estoy avergonzado por los ojos hinchados de tanto llorar, y también, porque sentía que el barco se movía demasiado para mantenerme de pie. Era vergonzoso, siempre lo era. La noche había caído ya y la luna brillaba en el cielo, luna llena. Estrellas en el oscuro lienzo, que bonito era. Creo que este será un comienzo, un comienzo puede ser bueno o malo, eso dependerá de mí mismo. ¿No es verdad?
Intentaba ser positivo a pesar de todo, sé que no suelo serlo. ¿Pero pueden culparme? Toda mi vida he sentido que las cosas buenas que se supone que iban a pasarme jamás sucedieron, y las sorpresas se tornaban en desagradables acontecimientos. Como en aquella ocasión, cuando fui por primera vez a un buffet marino con mis padres, era pequeño y quería probar los camarones. Creo que solo fueron dos minutos y luego lo único que recuerdo es un dolor de cabeza y estómago tan grande, una cama de hospital y muchos cables conectados a mí. Y entonces aprendí que era alérgico a los camarones. Además, olvidé mencionar que ese día era mi cumpleaños. Por eso lo repito, lo que podría ser bueno se convertía en una experiencia aterradora o decepcionante.
Sin embargo, es mejor no pensar en eso, es mejor no pensar en nada, sólo disfrutar del ambiente relajante. O eso es lo que pensaba cuando de repente una música suave de violín lo llenó todo. Quizás era mi imaginación, pero claramente algo pasaba y las personas se reunían en parejas, como en uno de esos eventos de amor o en una boda comunitaria. Los hombres tenían elegantes trajes y las damas lucían hermosos vestidos, cortos, largos y de muchos colores. Tal vez alguien en barco se casaba y esos eran los invitados. Había escuchado de familias que rentan cruceros para ese tipo de cosas, pero pensé que eran como privados, y que los demás no podían subirse.
De repente un escalofrío recorre mi espalda, ¿y si yo me colé por error a la fiesta de una familia? Es que solo con verlos entendía como si todo el mundo en este barco estuviera festejando una fiesta en la que yo no era invitado. Eso significaba que ¿estoy en el crucero incorrecto? No podía ser, le dí mi boleto al encargado. Pero llevaba prisa, y si se había equivocado eso significaría que podría estar navegando al otro lado del mundo ¿quién sabe a donde? Otro trago de la bebida amarga me hizo sentir como si el barco se moviera por unos instantes, como si girara en un remolino, o quizás era porque acababa de enfrentarme a esa posibilidad de no estar en el viaje correcto. Debería preguntarle a alguien, no obstante, no es como si yo fuera el más hablador. El pequeño mareo ha pasado, me levanto lento y mis manos juegan con el barandal, miro a mi alrededor para convencerme de que debería hablar con alguien. Preguntar si es que no estoy interrumpiendo algo, preguntar si es que no estoy equivocado.
Es una tontería, un pensamiento absurdo que pasa por mi mente porque así soy yo. Me preocupo por cosas que para los demás son insignificantes. se que no debería pensar en eso, que solo soy yo preocupándome de más. Solo es una tontería pero cuando estoy por acercarme a un empleado, entonces veo con mayor claridad lo que dice en los carteles de la fiesta, y a primera vista ni siquiera creo lo que estoy leyendo. Tal vez es una broma, tal vez estoy soñando porque esto no puede ser verdad. Sin embargo, lo escucho, una encargada con un micrófono encendido repite de nuevo las palabras del cartel y siento mareos. No es una broma, esas palabras me marean: "Crucero del amor, encuentra tu pareja ideal"
¿Esto es una trampa de la abuela? ¿Me subí al barco equivocado? ¿Es una tonta broma? Pero los carteles no mienten, las encargadas colocando etiquetas de corazón a cada persona, tampoco mienten la cantidad de personas que conviven juntos. Es imposible que todo el barco esté fingiendo salir. Y entonces tengo un tic en el ojo y siento como si un mareo ascendiera desde mi estómago hasta mi cabeza. No era posible, no podía creer que estuviera aquí, en un crucero donde debo tener pareja, donde debo interactuar con las personas.
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UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR
Teen FictionEn un crucero del amor, Nicolás, un chico pelirrojo con pecas, se embarca en una aventura que cambiará su vida. A pesar de su timidez y sus alergias, encuentra consuelo en los brazos cálidos de Jay, un chico misterioso con un pasado doloroso. A medi...