CAPITULO TRES: EL PIANISTA

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Me gusta mucho pensar que podría hacer una amistad con él, y que cuando llegara a brazos de mi abuela le contaría que mi suerte comenzó a cambiar, pero sabía la verdad respecto lo que estaba pidiendo, ni siquiera Santa Claus podría conceder un deseo así. No es Navidad ni nada parecido, pero creo que la magia de Santa es importante tanto como la de una estrella fugaz, pero sin importar cuántas veces lo pida no ha llegado esa persona.

Me gusta la música que entra por mis oídos, es agradable y suave y entonces la sigo como si alguien dejara un caminito para mí, que me conduciría hasta ella. Nunca imaginé que un bote tuviera un jardín dentro, me sorprende que las plantas estén tan vivas como si estuvieran en su propia tierra. La melodía era agradable, puedo sentir como viene desde el corazón, provocaba que viera algo especial flotando en el aire me fue imposible no continuar por el sendero marcado hasta ella, y ante mis ojos una silueta que me parecía conocida. Su espalda ancha y una perfecta manzana de Adán, sus brazos, sus manos, todo lo que era él, todo lo que pude pensar desde la noche anterior, solo su mirada, solo su sonrisa. Ese chico otra vez, vine aquí por la música, pero terminé por encontrar aquella sensación cálida en mi pecho.

Estaba dirigiéndome hacia él, normalmente deseaba huir de todo y de todos, temiendo ser lastimado, pero cuando lo veo solo se que quiero agradecerle por estar aquí, agradecer porque podía verlo, agradecer que era una salvación para mí, porque ayer el fue la persona que me ayudó como nadie, y estaba tan agradecido que no podía evitar dejar de desear hacer algo por él pero no todo era perfecto, mi cuento de hadas no era más que eso, un cuento. Porque era difícil admitirlo, pero tampoco sería una sorpresa. Yo siento dentro de mí que no solo es agradecimiento, porque un solo acto hizo que mi estómago se llenará de mariposas.

Lo siento abuela, creo que de nuevo tendré que llorar en tu regazo. Porque antes de que tuviera tiempo para procesar lo que siento, mis ojos ven la realidad. Nicolás, no debes enamorarte así de fácil, porque esa es la razón de que te traten de esa forma. No fuiste un encuentro especial, ni siquiera tuviste que verlo así, porque eras consciente de que todos aquí tienen una pareja, y él está aquí con la suya, juntos tocando el piano, tocando la melodía que me trajo hasta aquí. No hay forma de no sentirme decepcionado, pero no debería de estarlo. Ella es muy hermosa, a primera vista se ve lo elegante que es, sus manos parecen suaves y su cabello largo y sedoso, creo que me parece que ella luce como una princesa y a pesar de que he visto cómo han tocado de maravilla encajando perfectamente no me detuve a tiempo, termine frente de él, y por impulso empiezo a aplaudir como si se tratara de un recital, aunque se que estoy interrumpiendo algo, una parte de mi no siente culpa.

Los pies de mi ahora pianista favorito se mantenían rígidos al tocar, era una pose perfecta y se notaba que había tomado lecciones desde niño probablemente, pero de la cintura para arriba rompía con la imagen de un pianista clásico, era mucho más expresivo con sus manos y brazos. Su expresión era exactamente la misma que cuando me vio, me gustaría poder leer su mente y saber si es que aún me recordaba. Muy en lo profundo quería ser algo más que un encuentro casual, pero mi cobardía me lo impedía, maldigo a los nervios dentro de mi mente.

El piano siguió tocando un poco más. Sus manos se movían como si estuviera contando una historia, una historia que solo él podía conocer porque cuando sus dedos pasaban por las teclas era diferente el sonido que producían aún si ella pasaba sus manos por las mismas, creo que él contaba algo que vivía dentro de su corazón, algo que lo llenaba de amor pero terminaba dejando un sentimiento de tristeza y desesperación. No puedo evitar repasar sus facciones con mis ojos y me pierdo unos segundos en sus labios naturalmente nude, pero noté algo raro, pues la sonrisa que dibujaba en ellos contradecía sus mejillas, las que se habían humedecido apenas un poco por un par de lágrimas silenciosas, parece que él no se ha dado cuenta, pero no sé porque yo si.

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora