CAPÍTULO DIEZ : EN SUS OJOS PARTE UNO

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No iba a quedarse de brazos cruzados cuando sentía desde el fondo de su corazón que las cosas no estaban bien. Nicolás había intentado tocar en la puerta de Jay, la música alta y la falta de respuesta alguna le hizo preocuparse. Por primera vez tomó valor para hacer algo incorrecto y fue en busca de información. Si algo le asustaba era justamente que Jay pudiera hacerse daño o que no estuviera pensando con claridad, por eso debía entrar en su habitación de alguna manera.

Se escabulló por la sala de seguridad a una cabina donde guardaban los repuestos de la llave. Nicolás jamás había hecho algo como eso en el pasado, mucho menos ser tan discreto y tomar una llave que no era suya. Además no estaba haciendo nada malo y no era su culpa que el personal estuviera distraído y hubiese dejado una ventana abierta justo para su propósito.

Las manos de Nicolás sudaban tanto ante lo que acababa de hacer y estaba nervioso, cada persona que le viera podría saber lo que había hecho. ¿No? Se sentía honestamente culpable pero todo valía la pena.

-De bo .. .debo disulparme, ne cesito, disculparme por lo que dije -se repetía a sí mismo en voz bajita tratando de tener un poco más de coraje para enfrentar a Jay.

Su corazón latía con fuerza y sus manos temblaban cuando llegó a la puerta, tomó la llave y estaba a punto de ponerla en la cerradura cuando la puerta se abrió ante él dejándolo completamente paralizado y helado. Jay estaba frente a él, justo con una mirada sorprendida. Nicolás no podía respirar, contenía el aliento sintiéndose como un ladrón que había sido descubierto, seguramente iría a prisión por lo que había hecho. Mucho menos era capaz de decir una sola palabra o mirarle a los ojos, no obstante, antes de recibir gritos o un castigo Jay lo había envuelto entre sus brazos sin creer que él mismo había regresado sin necesidad de ir a buscarle.

- Soy un tonto, te pido que me perdones- dijo Jay aferrándose más al abrazo, tan fuerte que parecía que pronto el aire dejaría de llenar los pulmones de Nicolás.

- Jaja..Jay..- murmuró ante la sorpresa el joven pelirrojo.

-Nicolás, no sé por dónde empezar. Te, ¿te hice enfadar? O quizás yo ¿Te lastimé? - preguntó Jay apegándose más a su cuerpo y lo jalo dentro de la habitación guiandolo torpemente entre los cristales rotos - rompí la botella, ten cuidado. - pidió con una sonrisa nerviosa y las manos temblando a causa de la adrenalina y la concentración de emociones dentro de si mismo

Nicolas observaba a sus ojos con un poco de vergüenza, no podía creer que había intentado entrar a su habitación para darle un enorme disculpa esperando lo peor, gritos e insultos en el mejor de los casos, incluso llegando a pensar que si lo golpeaba estaría bien, que todo era su culpa como siempre, que él cometía de forma innegable los errores y todo el maltrato que recibiría sería una digna consecuencia de una acción que él había hecho mal. Pero Jay no era así, empezaba a acostumbrarse a esa idea, la idea de que no todos lastiman, no todos te hieren y existe gente que incluso te protege.

El joven de la piel bronceada corrió por la escoba y un recogedor, estaba preocupado por la cantidad de vidrios esparcidos en el suelo, al menos el líquido lo había limpiado primero, de lo contrario se sentiría más avergonzado pero, ese sentimiento de vergüenza era ajeno a él en este momento, no sentía ni una pizca de esta, en cambio, una felicidad se apoderaba de su pecho y antes de que Nicolás pudiera decir algo Jay hizo a un lado la escoba y el recogedor, se acercó tomándolo por hombros y dejo en su frente un beso

- soy libre ahora, libre de verdad- esperaba que Nicolás entendiera, pero aún así aclaró - yo soy libre de George, él ya no está y eso está bien, y yo… yo te quiero a ti.

Se sintió como si una flecha le tocara el corazón y este se detuviera. Nicolás respiraba lento casi como si le costara debido a lo que él dijo, ¿acaso estaba entendiendo bien? ¿Jay quería intentarlo con él de alguna manera?

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora