El comía con las mismas ganas que yo, ninguno parecía tener tanta hambre por lo incómodo que hice la situación, claro. Tenía que abrir la boca y reclamar, sacar a relucir lo que yo pensaba de mi cuerpo y compararme con alguien que ya no está en esta tierra y tuvo el privilegio de estar entre sus brazos, realmente le debo una disculpa y no debería de guardarla, eso es lo correcto aunque me haga sentir presionado de distintas formas - lo lamento- digo mientras pongo frente de él la palma de mi mano para que no interrumpa mis palabras - lamento, haber mencionado eso de mi cuerpo, no debí compararme con alguien que fue especial para ti, la verdad... es que no me gusta- digo lo último mientras siento que poco a poco baje el tono de mi voz, esperaba que entendiera mi mensaje aún si solo eran susurros en el viento - no me gusta...que no hicieras nada conmigo...no me confundí, estoy seguro de eso - y mis manos empiezan a sudar mientras tomo la servilleta para intentar secarlas con torpeza - estoy...molesto, porque yo estoy seguro que quería eso con alguien tan importante como lo eres tu, y en cambio me sentí como si fuera algo despreciable a tus ojos...alguien que quiere lanzarse a ti aún sabiendo que...que tu esposo...- digo con un nudo en la garganta que me resulta asfixiante - YO ...YO...yo...solo te pido perdón, no volveré a hablar de él...lo prometo - digo con un tanto de dolor y termino la fruta con dificultades pero sabiendo que después de comer no me podría retener más tiempo en esta habitación.
- Tome una decisión. Por favor, actuemos como si nunca nos hubiéramos conocido, creo que mi corazón no puede más- confieso con un enorme dolor en el pecho y él me mira a la cara con ojos tan abiertos que es inevitable notar su sorpresa ante mi decisión - yo, no quiero... actuar como un tonto- aunque la palabra que sabía que tenía en la punta de la lengua eran celos, celos de Mónica, celos de su esposo, celos de cualquiera que si pueda tenerlo. Soy un niño caprichoso al parecer.
- ... - su silencio me aterra.
-Lo siento, por favor...no te acerques más - le suplico y tomo el poco valor que me queda para salir rápido de allí sin decir algún tipo de explicación, mis palabras resultaban ser más hirientes de lo que sabía que podía hacer, resultaba que dentro de mí no había una persona como los abuelos decían que era, porque no era más que alguien que se encaprichó con una persona que ya tenía a alguien dentro de su pecho, alguien que resultaba inolvidable en su corazón. Igualmente subo a la cubierta, mi habitación sería el lugar más probable dónde encontrarme si es que iba tras de mí, aunque no esperaba que fuera cierto, pero aún así deseaba que lo hiciera. Soy alguien tonto. Pido que se aleje y después que regrese, porque no soporto la idea de su lejanía. Porque no soporto fingir que puedo tomar las estrellas y montar a la luna, porque hubo alguien especial, alguien que yo no fui. Alguien que recibió el amor más noble que pudo tener, porque Jay era esa clase de amor. Tan diferente al amor de alguien más, era sincero y desinteresado. Si Jay fuera de un color, me preguntó qué color sería. Sus labios, su cuerpo y su abdomen, todo aquello me hizo pensar en el color rojo, por la pasión que despertaba en mí en cada roce y coqueteo, pero no como su color personal ¿Porque me preguntó el color de su alma? Me he propuesto apartarme del camino, ni siquiera ha pasado media hora y ya me estaba arrepintiendo.
Las plantas que tiene el bote me parecen hermosas, me dan paz y tranquilidad cuando siento que lo necesito, también Jay es así, es verde como la naturaleza, fresco como una hojita de menta y me da un respiro cuando me siento agobiado. Es reconfortante, pero de nuevo estoy pensando en él demasiado. Me he obsesionado con su amor. Con tenerlo para mí. Me siento tonto por tener esa clase de pensamientos, me acerco a la maceta y la jalo para esconderme detrás de ella en una esquina, como si fuera mi pieza, una habitación en la casa de mis abuelos que siempre se terminaba por convertir en un un hogar, mi único hogar. Como si estando detrás suyo nadie me pudiera ver, nadie me pudiera lastimar, solo un lugar mío para mí. Pero ya nada es solo mío, porque mi corazón lo compartí con alguien más. Estar en este bote durante más días sería como lanzarme al mar lleno de aterradores tiburones con dientes afilados y una terrible mandíbula porque no podré evitar encontrarme con él y mucho menos evitaré que mi corazón se acelere como un loco desenfrenado porque pensar en todo lo que hizo por mí me hace querer tenerlo cerca, me siento agradecido por cada momento que me obsequio, pero también me dan ganas de llorar, sabiendo que no hay posibilidad de nada, que intentarlo sería tan tonto.
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UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMOR
Teen FictionEn un crucero del amor, Nicolás, un chico pelirrojo con pecas, se embarca en una aventura que cambiará su vida. A pesar de su timidez y sus alergias, encuentra consuelo en los brazos cálidos de Jay, un chico misterioso con un pasado doloroso. A medi...