CAPITULO SIETE: GALLETA PARTE DOS

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Duele desde adentro hacia afuera como un cuchillo que se me había quedado atorado en la garganta y que de alguna manera había bajado a mi estómago. Quería una escena cariñosa o alguna palabra que me diera indicios de que lo que vivimos ayer fue especial y no algo que hace con otras personas. Duele tanto como la posibilidad de que no pasó nada más la noche anterior porque al verle sin camisa Jay no sintió nada, alguien que era solo huesos y pellejo no podría impresionar a nadie.

Sentí como si mis manos se helada y busqué con rapidez mi camiseta para cubrirme. Y sin querer que me viera cubrí un lado de mi cara especialmente mi ojo. No es que duerma con la lentillas puesta y hoy no quería que supiera de mi heterocromía. No quería provocarle más asco.

-ol olvide algo - dijo dudando y busco el baño sin dejar de cubrirme. Los lentes estorban pero estaré bien. Solo no quiero que lo noté y lo recuerde.

Jay era tan bueno fingiendo ser increíble. Sé que aunque yo le diera asco no me lo diría a la cara. Por eso era tan adorable para mí. Creo que una dosis de hipocresía era necesaria para ser feliz, las mentiras ocultan verdades frías y grotescas, como mi aspecto.

-Hey.  De verdad parece que huyeras

-Solo al baño jajaja - dije con una risa evidentemente forzada porque nunca fui bueno para fingir risas.

Entré y cerré la puerta como pude. Creo que mentir permite sobrevivir en este mundo de mejor manera. Mentir es el medio en que te aseguras que los demás estén a gusto contigo. Y esconderme es otra forma de mentir. Por eso debo esconder aquellos rasgos que me hacen un fenómeno a menos que me una al circo o algo así.

Saqué de mi bolsillo mi estuche de lentillas y me coloqué solo una en el ojo desigual. Ahora sí parezco alguien normal o más o menos. Quisiera oscurecer mi cabello lo más posible y entonces no me importaría tener pecas. Pero mi alergia no me permite hacer nada con este ridículo color rojo. A menos que quiera cortarlo por completo. Solo lo acomodo de la forma que puedo cubriendo mi frente, se que me escondo pero eso es mejor que mostrarle a todos cuán diferente soy. Sólo acomodé mis gafas y ya estaba listo.

-Ya estoy listo. N no me tardé o si?

-Nicolás debo confesar algo

De repente mi pecho se siente pequeño y apretado como si me costará respirar. No quiero saber lo que dirá porque mi mente formula decenas de respuestas posibles. En especial aquella en la que todo había sido un error y que jamás deberá repetirse. Porque yo no le agradaba ni de ese modo ni de ninguno. Entonces con su sonrisa dulce me dirá que quiere que seamos amigos y todo será una mentira porque luego de este viaje jamás nos veremos las caras y no me recordará.

Por lo que hago mi mayor esfuerzo para apretar mi mandíbula y asentir con la cabeza para confirmarle que lo escucho. Aunque no quiera escuchar. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz, y su rechazo ante mi podría llegar silencioso y doloroso. Era mejor escucharlo ahora aunque más tarde doliera.

-Sé que ayer no salieron más cosas como esperabas.

-Ahm. Yo.  Je. No es que ….no.

Entonces sé que lo dirá más pronto de lo que pensé y siento un nudo en el estómago que se convierte en una piedra. Me temo que me rechazara y no podremos estar juntos ni como amigos y que me terminaré resignando a la idea de que Jay y yo no somos compatibles.

-Antes de hablar de eso, tal vez sería mejor idea que desayunemos. Seguramente arriba hay otro banquete que vale la pena.

Pero no quiero pensar en comida. Jay es amable por pensar en nosotros o en qué no era buena idea darme la noticia sin que hubiese comido algo. Tal vez no iba a arriesgarse a que yo me desmaye.

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora