CAPITULO SIETE: GALLETA

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Me dice calmando mis miedos de fallar, es casi como si leyera mis movimientos a la perfección, y responde siempre cuidando como me siento. Cierro los ojos y él inicia de nuevo el beso, esta vez me tomó de la cintura, me acercaba a él y coloqué mis manos en sus hombros acercándolo también. Me gustaba como Jay se tomaba el tiempo de acariciar mis mejillas con una de sus manos libres, y cuando respirábamos entre cada beso, él daba besos en mis mejillas, en mi oreja y parecía divertido cada vez que descubría que era extremadamente cosquilloso. Reía y él disfrutaba de eso. Por eso no sé cómo él y yo terminamos uno encima del otro. Rodearlo por el cuello y dejando que todo suba de nivel, los besos apasionados, la manera en que me sentía perdido experimentando por primera vez tantas sensaciones nuevas, que me hacían sentir como si realmente yo fuera importante para él, alguien capaz de hacer cualquier cosa. Jay me hacía sentir que podría ser yo mismo, que realmente podría.

-Ya lo descubrí -me dice llevándose toda mi atención por completo y lo miró queriendo saber más -Sueles vivir en las nubes, pensar en otra cosa, ¿cómo voy a robarme tu atención esta noche?

-¿Yo? -soy culpable pero lo dice de un modo que hace enrojecer mi rostro, aún más de lo que ya está.

-¿Cómo voy a hacer que no te distraigas? -su voz ligeramente más grave y con un tono decidido. Deseaba ver su expresión y cerré los ojos notando como había tomado mi mano para guiarla dentro de su camiseta.

-P e peroooo -balbuceo con torpeza y creo que moriré porque mi corazón late fuerte, tanto que creo que está gritando todo lo que mi mente no puede decir. Pero me niego a retroceder y acepto su invitación, la sensación de su piel caliente, tengo los ojos cerrados imagino como se vería pues no tengo gafas para verlo por mi mismo.

Guia mis manos para terminar quitándole la camiseta y se queda quieto para que toque y explore cada rincón, tiemblo y con torpeza junto mis labios a su pecho, su cuello y mis dedos siguen dibujando los cursos de su abdomen. No poder ver su expresión me hace sentir nervioso, ¿podría molestarle lo que hago? ¿Mis labios besando su cuello se sentían bien para él? Cuando estoy por separarme escucho que ha soltado un suave jadeo que me animo a seguir. Entonces tomo valor y bajo de nuevo por su pecho y beso su abdomen, dedos recorriendo su piel y me detengo en el borde de sus pantalones temblando un poco, separándome guiado por sus manos.

-Yo también quiero verte -cuando me habla en voz baja no puedo evitar temblar de los nervios. Él no tiene la culpa de lo que me ocurrió en el pasado.

-S s s sí -susurró

Tomo mi propia camiseta y tratando de facilitarle el trabajo pero él me sujeta de la espalda y la retira lento y suavemente, le ayudo extendiendo los brazos hacia arriba.y pasa la tela por mi cara. no puedo ver, pero tampoco tiene mucha prisa para quitarla. En cambio siento sus labios juntarse a mi abdomen y sopla haciendo que me ría más que antes. ¿A qué está jugando? O tal vez solo me ayuda a relajarme porque sabe que estoy nervioso hasta el punto de cerrar los ojos y quedarme quieto como un muerto. He retirado la prenda y contengo la respiración como reacción principal.
-Blanco como la leche -señala mi piel jugando con mi abdomen y sube por mis costillas hasta detenerse en mi cuello. -y pecas de dulce -dice de nuevo descubriendo que mis hombros las tienen. No pierde el tiempo y su boca se detiene a besar, lamer y apretar mi piel.

-J ja ay -jadeos que escapaban de mi boca e intento acercalo.

-Aún no me decido qué clase de galleta eres, ¿vainilla? eso creo -como si eso tuviera algún sentido vuelve a su acción de antes sin querer dejar de probar mis hombros. Tal vez si me veo como una galleta con chispas ante sus ojos y me siento enrojecer.

-Yo nnn n o

-¿Te avergüenza? ¿galletita? -menciona y toma mi rostro tirando hacia atrás los mechones que cubren la mitad de mi cara. -No entiendo porque te escondes, tienes la apariencia más... irresistible -besa mis mejillas y la punta de mi nariz, me hace estremecer por cómo actúa, por como me trata. No es el hombre triste de antes, Es Jay, aquel chico que conocí y me salvó en mis primeros momentos en este crucero.

UNA PEQUEÑA HISTORIA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora