CAPÍTULO VII - PASAJERO

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Los días seguían pasando, mostrando un pequeño avance dentro de Mariana, quien poco a poco iba aceptando la muerte de su hija, todo gracias a la ayuda de la pequeña Leo, pero claro, tampoco iba a quitarle mérito a su pequeño secreto: Foolish, aquel que antes fue su pareja y que ahora mismo se había convertido en su amante, quien le había dedicado su total atención y comprensión desde el primer día.

Mariana ya no lloraba ni se sentía miserable, después de tanto tiempo por fin se estaba sintiendo feliz, feliz de todo lo que estaba sucediendo en su vida y eso era algo que nadie le iba a quitar... O al menos eso creía, finalmente no todo puede ser miel sobre hojuelas, ¿verdad?

—"¿Donde esta Vegetta?"— Nuevamente esa duda llegaba a su mente, atormentándolo día a día, pensando que algún día se podría llegar a enterar de su amorío con su esposo, haciendo que este lo juzgará, odiara y se decepcionara de él, finalmente para Mariana, Vegetta era su modelo a seguir, alguien a quien admiraba mucho. Era de esperarse que todo esto terminaría por destruirlo por completo, ya que él sabía que esto estaba mal, por supuesto que lo sabía, sin embargo a veces su egoísmo podría ser tan grande como para solo pensar en su felicidad.

Era una cálida mañana de primavera, los pájaros cantaban, el viento soplaba, llevándonos así a la ventana entreabierta de la casa del híbrido de tiburón, el cual dormía plácidamente en su cama mientras abrazaba el cuerpo semidesnudo de su amante, respirando suavemente en su nuca, pudiéndose notar lo relajado que este estaba.

Por otra parte Mariana había despertado hace varios minutos, sin embargo al escuchar que su amante se encontraba tan profundamente dormido, lo que menos quería hacer era molestarlo e incluso había considerado el volverse a dormir de nuevo, pero un suave toque en la puerta le hizo alarmarse, terminando así por levantarse de golpe y comenzar a vestirse.

—¿M-Mariana?...— balbuceo un adormilado Foolish al ya no sentirlo en la cama. —¿Que-...—

—Shh...— había terminado por taparle la boca con su mano. —Leo está tocando, será mejor que abras en lo que yo me escondo...— susurro antes de ir sigilosamente hasta el closet y esconderse ahí. El de piel dorada terminó por acomodarse su pijama antes de hablar.

—¿Leo? Pasa pequeña— lentamente la puerta fue abriéndose, dejando a la vista una pequeña quien había corrido hasta los brazos de su padre. —Buenos días, Leo...— sonrió dulcemente antes de levantarse y cargarla en brazos, dándole un pequeño beso en su frente. —¿Cómo durmió mi pequeña?—

Leo sonrió dulcemente antes de comenzar a escribirle y entablar así una pequeña platica con su padre, ambos reían en cada momento, platicando de temas diversos en cuestión de segundos, sin embargo podían entenderse perfectamente gracias a la hermosa relación padre e hija que estos tenían. Todo ante la mirada nostálgica de Mariana, quien veía a través de las rendijas, recordando aquellos momentos junto a su pequeña, sin embargo estos ya no eran tan dolorosos, por fin podía recordarla sin sentirse culpable de todo, y eso era algo que agradecía mucho.

Sin embargo, en un determinado momento las risas cesaron, dejando un silencio incómodo entre Foolish y Leo. Mariana no entendía el porqué de esto, sino hasta que leyó aquel cartel que la pequeña había colocado.

—"¿Cuándo regresará papá Vege?"—

—Eh...— Foolish quedó helado, veía de reojo el lugar en donde se escondía el castaño, casi como si tuviera miedo de que escuchara todo.

—"¿Papá?"— había tardado un poco en contestar, así que la pequeña Leo se las había ingeniado para volver a escribir, Foolish terminó por emitir un profundo suspiro

—La verdad, no lo sé pequeña...— su tono sonó un poco triste, casi como si no quisiera hablar de ello y esto fue algo que ambos notaron. —P-Pero ya sabes como es tu padre, un día puede estar aquí y otro ya puede estar a mil kilómetros lejos de aquí— una risa nerviosa salió de sus labios.

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