CAPÍTULO XII - EMPEZAR

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Pasaron las horas, los días e incluso las semanas, tiempo en el que Foolish jamás volvió a poner un pie en las propiedades de Mariana, algo que a pesar de ser muy duro al principio para el castaño con el tiempo comenzó a dejarlo ir, pensando que quizás solo necesitaba ese último encuentro para por fin olvidarse por completo de esos malditos sentimientos.

No iba a negar que extrañaba sentirse observado por aquel "hombre misterioso", finalmente este le ayudaba a no sentirse tan solo al estar hasta el otro lado de la isla, el menos habitado y conocido hasta el momento. Además de que la ayuda que este le brindaba de alguna forma también le hacía sentir querido e importante, digo no es como si algún desconocido llegará a tu hogar solo para ayudarte sin pedir nada a cambio.

—Ojala se hubiera quedado en el anonimato...— hablaba al aire mientras recogía algunas manzanas de el mismo árbol que misteriosamente había crecido al lado de casa, la última cosa que hizo Foolish por él antes de todo. —Si todo hubiera seguido así, quizás no hubiera terminado tan mal...— suspiro pesadamente mientras bajaba la canasta llena de manzanas hasta el suelo, poniendo una mano en su agitado corazón. —A pesar de todo, cada vez que le recuerdo una emoción muy fuerte sigue recorriendo mi ser, haciendo que mi corazón vibre hasta el punto de no poder controlarlo...— parecía que una pequeña sonrisa iba a aparecer en sus labios, sin embargo esta se esfumó a los pocos segundos. —No voy a negar que me hiciste muy feliz Foolish, pero ahora solo eres un recuerdo que guardaré con mucho cariño... Creo que puedo seguir sin ti.— tomó nuevamente aquella canasta antes de adentrarse a su hogar, parecía que esta vez estaba seguro de sí mismo.




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Pasaron tres meses desde ese día, Mariana por fin podía sentirse seguro y feliz consigo misma a pesar de estar solo en la nada, pero eso no le importaba. Ahora ya podía comprender que su felicidad no debía estar basada en una sola persona, esta vez quiso ser egoísta y por fin comenzar a pensar solo en él.

Había ampliado un poco más su casa, junto a su área de cultivos e incluso su establo, ya que esta última a través de los días había necesitado ser amplificada, ya que últimamente había adoptado demasiados animales, bajo la excusa de que quería tener todos y cada uno de ellos que se encontrara para tener comida de sobra... Aunque era evidente de que se trataba de otro motivo, ¿Quizás llenar otro vacío en su interior? Solo el mismo Mariana lo sabia, ya que desde hace meses que no había matado a ninguno para consumir su carne, todo lo contrario ya que solo estaba comiendo vegetales, en especial de aquel árbol de manzanas.

—Y con este son treinta...— sonrió un poco mientras metía al último cerdo a su corral, cerrando la puerta del mismo, ya era algo tarde puesto que ya estaba oscuro, sin embargo esto no le importaba al castaño. —¿Debería buscar más?— se preguntaba a sí mismo, mirando todos y cada uno de sus cerdos, acariciando tiernamente a uno de ellos mientras se sumergía en sus pensamientos.

Estaba tan entretenido que no se había percatado de la presencia de una persona, la cual solo observaba a lo lejos sin querer interrumpirlo, pero tampoco hacía mucho esfuerzo por esconderse ya que si el castaño fijara su mirada en su dirección sería muy fácil de ver.

A pesar de ello Mariana ni siquiera le noto, solo emitió un profundo y cansado suspiro antes de volver a su casa, no sin antes mirar aquel árbol de manzanas, dedicándole una mirada llena de miles de emociones distintas, antes de por fin entrar a casa para poder descansar y así poder esperar el nuevo día.

Estaba por recostarse en su sillón, esperando poder relajarse un poco, sin embargo antes de sentarse había comenzado a escuchar un ruido peculiar, un suave toque en su puerta le había hecho alarmarse. Sintiendo como su corazón comenzaba a latir con intensidad, finalmente no sabia quien podría estar tras esa puerta.

—"¿Será él?..."— un escalofrío recorrió todo su cuerpo con tan solo pensarlo, teniendo un deja vu en ese preciso instante, recordando como hace unos meses Foolish volvió a su vida solo para hacerlo recaer en lo mismo antes de volver a desaparecer por completo.

Gracias a eso ahora tenía miedo de abrir la puerta y encontrarse con él, finalmente había tenido un gran avance estos meses y lo que menos quería ahora era volver a caer en esos malditos sentimientos. A pesar de que este decía que ya lo había superado por completo, muy en el fondo aún tenía dudas sobre sus mismas palabras.

—"Si le abro podrían pasar dos cosas distintas..."— pensaba a medida que seguía escuchando el toque de su puerta. —"Podía ponerme a prueba, abriendo para poder rechazarlo de una vez por todas y seguir con mi vida... Una vida solo"— esta última palabra resonó en el fondo de su corazón, ya que a pesar de haberse acostumbrado a su soledad, no iba a negar que aun le atormentaba el pensar que quizás podría estar así para toda la vida. —"Pero por otra parte..."— por ese temor, había optado dejar de pensar en la primera opción, por mucho que no quisiera que pasase la segunda. —"Puede que al abrir vuelva a caer en sus brazos, haciendo que todo regrese a ser como antes: siendo solo su amante, pero estando feliz... Eso sí, ateniéndome a que en cualquier momento me bote, además de cargar ese sentimiento de culpa por haber traicionado a mi amigo..."—

El abrir o no podría ser una de las mayores decisiones en la vida del castaño, decisión que cambiaría su vida por completo y que por ende no debería tomarse a la ligera. Se debería tomar su tiempo y pensar bien en todos los pros y contras que lo llevarían a distintos escenarios ya sea para bien o para mal... Sin embargo el tiempo era lo único que no había, ya que el insistente toque se hacía cada vez más fuerte, haciendo que este ya no pudiera concentrarse más.

—Al carajo...— fue lo único que dijo antes de acercarse a su puerta, tomando la manija, respirando profundamente antes de por fin hacer lo inevitable no sin antes apretar fuertemente sus ojos, como si tuviese miedo de verlo otra vez.

—Buenas noches, Mariana— susurro aquella persona, dejando desconcertado al pobre castaño quien abrió rápidamente sus ojos para poder mirarlo de una vez por todas, aunque con escuchar su inigualable voz ya sabia de quien se trataba.

—V-Vegetta...—




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Muy corto, si. ¡Pero es porque se viene el dramita! Además de que el otro se viene largo, como les gusta <:

Gracias por leer.

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