Volver a ti ⟦ Fooriana ⟧

CAPÍTULO II - PASADO

—¿F-Foolish?...— se trataba de aquel híbrido de tiburón de ojos verdes y piel dorada, aquel que alguna vez llegó a llamar su novio e incluso su primer amor. —¿Qué estás haciendo aquí?... — preguntó mientras desviaba la mirada, debido a la cercanía que tenían los rostros de ambos.

—¿De verdad es lo primero que me estás diciendo? Literalmente acabo de salvarte...— suspiro pesadamente a medida que se levantaba, tendiéndole la mano para ayudarle a pararse, sin embargo su mano fue ignorada ya que este había comenzado a hacerlo solo. —Estás ebrio, te vas a-...— el de anteojos ya se había caído, golpeándose duramente en el rostro con el suelo, incluso antes de que pudiese terminar la frase. —Mariana...— negó repetidas veces previo a levantarlo, pero el otro no quería cooperar. —Oye...—

—Déjame aquí...—

—¿Eh?— lo miro sin entender. —¿A que te re-...— nuevamente fue interrumpido.

—¡Que me dejes aquí!— giró su rostro para poder encararlo. —Déjame aquí, ¡Ni siquiera debería importarte!- fue aquí cuando ya no pudo soportarlo, había comenzado a llorar. —A nadie le importo...— las lágrimas rodaban por sus mejillas, debido al profundo dolor que estaba sintiendo en ese momento. Pero el dolor no era en su rostro, era más bien en su corazón, el cual había sido pisoteado sin pena alguna hace tan solo algunas horas. —Así que vete... ¡Vete y déjame solo!— le gritó fuertemente antes de cubrir su rostro con sus manos, esperando que este le hiciera caso y se fuera. Mariana sabía que no estaba siendo justo con el híbrido, pero ¿que podía hacer? Lo único que quería en este momento era sucumbir ante la profunda tristeza y soledad que estaban invadiendo por completo su ser.

Foolish no dijo nada, solo suspiró profundamente antes de levantarlo y cargarlo en brazos sin avisarle al de anteojos quien solo había atinado a mirarlo asombrado antes de ruborizarse levemente debido a la vergüenza que estaba sintiendo.

—Bájame...— el híbrido ignoro su voz, acomodo muy bien al castaño entre sus brazos antes de disponerse a caminar. —Oye, te estoy hablando...—

—Solo te llevaré a curar, después podrás irte— hablo firmemente ante de seguir su camino.

—¿Curar?— pregunto, sin embargo el otro no respondió más. Mariana solo suspiro pesadamente antes de dejarse, finalmente este podría ser de gran ayuda, ya que no tenía más fuerzas para caminar. Terminó por acurrucarse un poco en los brazos que antes solían cargarlo, aquellos en donde antes podía sentirse seguro, mirándolo desde abajo, notando principalmente la seriedad en su rostro, mismo gesto que solo pudo ver a partir de la ruptura, haciendo que miles de pensamientos llegarán a su mente en ese momento, sin embargo ignoró todos y cada uno de ellos, finalmente no era el momento ni el lugar para ello.

Foolish lo llevó hasta su hogar, finalmente este no estaba tan lejos del bar. El castaño se quedó perplejo al ver por completo el dragón, y era de esperarse, se había ido por tanto tiempo que no había visto cómo había quedado al final.

—Pensé que iríamos a tu otra casa...— susurro, sin embargo fue lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara.

—¿Otra casa?— se quedó pensando por un momento. —Ah, te refieres a la casa de Vegetta...— el castaño asintió. —No, eh... Hoy no está en casa—

—¿Entonces en donde esta? ¿Quién está con Leo?—

—Se quedo en casa de Bad— uso el elevador para poder acceder a una casa escondida justo en medio del dragón.

—Comprendo...— susurro de igual forma, el híbrido solo asintió antes de sentarlo en el sofá, girando para ir a otra habitación. —Aunque no contestaste mi otra pregunta...— parecía que el mayor le había escuchado, ya que se había detenido, sin embargo había terminado por ignorarlo antes de salir de la habitación. —Pendejo...— susurro para si mismo antes de recostarse en el sillón. Mirando hacia el techo, pensando por un momento que todo estaba bien, sin embargo las lágrimas habían comenzado a brotar por sí solas. Había recordado la razón por la cual estaba en ese estado, sintiendo nuevamente como su corazón comenzaba a doler cada vez más, tanto así que estaba por dejarse envolver en ellos, cubriendo su rostro para poder sollozar.