CAPÍTULO IV - RECAÍDA

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—¿Leo?...— fue aquí cuando nuevamente el sentimiento de culpabilidad comenzó a invadir por completo su ser. El haber visto a la hija de su ex pareja lo había dejado tan perplejo que solo había atinado a quedarse quieto, como si cualquier movimiento a partir de este momento fuera perjudicial. —¿Cómo estás?...— fueron las únicas palabras que pudo emitir.

Este par no había tenido una muy buena relación como tal, finalmente no habían convivido mucho tiempo. Sin embargo a partir de la muerte de Juana Flippa, Leo quiso acercarse más a él mayor para que este no sufriera, a pesar de que esta estaba igual.

La pequeña solo sonrió ampliamente antes de sacar sus característicos letreros morados y ponerse a escribir en ellos. —"¡Hola! Estoy muy bien gracias, ¿Y tú? ¿Cómo te encuentras el día de hoy?"— giró su cabeza como si de un gato se tratase, causando ternura en el mayor.

—Estoy bien pequeña...— por más que sintiera culpa el ver la ternura de esta le hizo por olvidar aquella sensación, al menos por un momento. Terminando así por arrodillarse frente a ella, revolviendo dulcemente su cabello a pesar de su gorra, mirando su pequeño rostro solo para volver a tener aquel recuerdo doloroso de nuevo. —Me recuerdas tanto a mi niña...— no podía evitarlo, finalmente era su hermana por igual.

La sonrisa en la menor disminuyó mientras bajaba la mirada y de igual forma volvía a escribir. —"La extraño mucho..."— levantó su mirada para volver a ver al mayor, mostrando así la suma tristeza que aún sentía por su pérdida.

—Yo también pequeña, yo también...—

El estar pensando en el divorcio con Slime y en todo lo que había pasado con Foolish provocaba que en su cabeza no cupiera más. Sin embargo al ver a una de las pequeñas nuevamente había remarcado la inmensa tristeza y soledad por la cual este aun seguía pasando, razón por la cual este se había ido de "vacaciones" al otro lado de la isla.

Lentamente los recuerdos comenzaron a invadirle por completo, recordando una y otra vez a su pequeña hija, desde los bonitos momentos que pasaron desde que la conoció, hasta el terrible momento en el que perdió su última vida, misma por la cual seguía atormentándose y culpándose todos los días hasta, recayendo en mas de una ocasión.

La pequeña Leo no comprendía al cien por cien lo que estaba pasando con el mayor, ya que este solo se había quedado ahí arrodillado mientras miraba a la nada, causando así que la menor se alarmara y terminara por salir corriendo de ahí para poder buscar ayuda.




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Mariana no sabía el cómo o el porqué, pero ahora se encontraba nuevamente en la casa de Foolish, recostado en la cama en donde hace apenas unos días estos habían tenido un ultimo encuentro. Miraba a todos lados, intentando pensar en que había pasado, sin embargo estaba tan metido en su pasado o mejor dicho en su tristeza que simplemente no podía recordar todo. Fue hasta que escuchó el toque suave en la puerta, haciendo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo sin saber que hacer o decir a continuación.

A pesar de no dar respuesta alguna, la puerta había terminado por abrirse lentamente, dejando a la vista a un preocupado Foolish quien solo miraba al pobre castaño mientras sostenía en brazos a su pequeña hija.

—Mariana...— fue lo primero que dijo al ver que este ya estaba despierto, soltando un profundo suspiro de alivio. —¿Cómo te encuentras?— hablo a medida que se acercaba a él, dejando a la pequeña Leo al lado de la cama. Esta solo se quedó al lado de su padre mientras de igual forma miraba al de anteojos con preocupación.

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