CAPÍTULO VIII - SENTIR

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Habían pasado varios días después de aquella traición, días en los que Mariana no dejó de sentirse mal consigo mismo, sintió como su corazón era destruido una y otra vez al recordar aquella escena ante sus ojos. Era tan doloroso que ya no podía con ese dolor y más al aceptar que de verdad estaba enamorado de Foolish, a pesar de que las intenciones del híbrido fueron claras, Mariana no podía olvidar sus sentimientos de un día para otro.

Por ello ha decidido huir de su hogar, quedándose así en el lugar más apartado de la isla sin decirle a nadie, dejando su casa intacta, finalmente lo último que quería era encontrárselo de nuevo.

Esos días se la pasó viviendo en una cueva, solo saliendo para buscar comida y hacer sus necesidades, aún no estaba de ánimos de seguir adelante, esta vez necesitaba este tiempo a solas para poder calmar su lastimado corazón.

Fue hasta que una noche por fin se decidió a seguir con su vida, esperando a que amaneciera para comenzar con todo lo que se había planteado: construir una nueva casa, alejado de todos, pensando que con el tiempo podría llegar a sanar alguna vez. Tomó una ducha en el río, relajándose por completo antes de salir, secarse y desayunar, finalmente este sería un largo día para él.

—Esto es lo mejor— hablaba para sí mismo mientras comenzaba a recolectar materiales, un poco entusiasmado por construir su nuevo hogar, sin embargo este entusiasmo le duró poco. —Solo así podré superarlo...— ya que como era costumbre, esos sentimientos volvieron a atormentarlo una vez más. —Aunque muy en el fondo se que eso sería imposible...— bufo pesadamente, y es que era la verdad, Foolish había llegado a su corazón para jamás irse de ahí a pesar de todo. —El alejarme de todos, es lo mejor que puedo hacer, ¿no es así?...— suspiró profundamente a medida que miraba al cielo en busca de claridad. —Al final, yo me lo busqué...— se quedó un buen rato mirando hacia arriba hasta que por fin decidió seguir trabajando.




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Los días se convirtieron en semanas y las semanas en meses, parecía que el tiempo pasaba más rápido de lo normal, gracias al arduo trabajo del castaño, quien a pesar de haber terminado su casa seguía buscando cualquier excusa para cambiar o reformarla, todo con tal de mantener su mente ocupada, finalmente a pesar del tiempo, no podía olvidar todo lo que había sucedido con Foolish.

—Así se ve mucho mejor— una leve sonrisa se dibujó en su rostro después de haber acomodado sus muebles de forma diferente, la tercera vez en la semana. —Ahora necesito un merecido descanso...— emitió un profundo suspiro antes de caminar hacia su baño, abriendo las llaves mientras comenzaba a desnudarse lentamente, dejando la ropa del lado antes de meterse en su tina, dejándose envolver por lo cálida del agua, cerrando sus ojos e intentando despejar su mente de todo y todos... Sin embargo eso no le duró mucho, ya que nuevamente aquellos recuerdos comenzaban a abrumarlo.

Recordando cómo fueron aquellos días de ternura y pasión que pasó al lado de su Foolish, sintiendo como su cuerpo se emocionaba cada vez más con cada recuerdo suyo, desde sus primeros tímidos besos, hasta las veces que le dejaba sin aliento. Sintiendo como sus grandes manos recorrían su cuerpo, haciéndole estremecer con cada uno de sus toques, se sentía casi como si él estuviera ahí, fue hasta que sintió las manos en su hombría, provocándole un pequeño suspiro en su ser y por ende, que abriera sus ojos de golpe.

—Maldita sea...— susurró al percatarse de todo. —A pesar de todo, aun me pones así, ¿eh?...— una risa sin ánimos salió de sus labios al ver su cuerpo avivado por aquellos recuerdos; y es que no iba a negarlo, aún tenía sentimientos por él, sentimientos que quizás no terminarían jamás. —Es inevitable...— sonrió un poco antes de apretar su glande, emitiendo un profundo suspiro, dispuesto a calmar aquella emoción de su ser.

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