CAPÍTULO X - REALIDAD

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Mariana no podía creer lo que estaba frente a sus ojos, el amor de su vida, aquella que le había roto por completo su corazón y por la cual se había aislado hasta el otro lado de la isla; y que aun así no había podido olvidarse de ella a pesar del tiempo.

—Mariana...— susurro al ver como el mencionado había comenzado a retroceder, adentrándose cada vez más a la casa sin permiso alguno, cerrando la puerta tras de sí.

—No, no, no...— este seguía retrocediendo, queriendo golpearlo y huir rápidamente de allí, sin embargo el efecto del alcohol no le dejaba pensar con claridad. —E-Espera...— susurro al chocar con pared, provocando así que el híbrido aprovechara y terminará por acorralarlo. —Foolish, n-no...— a pesar de querer apartarlo, el de mayor altura había aprovechado para tomar sus manos y ponerlas encima de él.

En un intento desesperado comenzó a forcejear, intentando apartarlo de su cuerpo, pero a pesar de sus esfuerzos no logró moverlo ni un solo centímetro, todo lo contrario ya que el otro había aprovechado para poder acomodarlo de tal manera que no pudiese escapar. Además de que el efecto del alcohol en su cuerpo tampoco le ayudaba mucho, ya que se sentía más débil de lo normal.

Mariana alzó su rostro, queriendo reclamar por todo lo que le estaba haciendo en ese momento, quería golpearlo, apartarlo y gritarle que se alejara de él, sin embargo al tenerlo tan cerca, cruzando miradas nuevamente, todo aquel sentimiento de furia se disipó por completo al ver aquellos hermosos ojos verdes, aquellos que alguna vez pudieron transmitirle tanta calma estaban haciendo efecto nuevamente en él, sintiéndose nuevamente hipnotizado por aquel híbrido de piel dorada.

A partir de ese momento perdió la noción del tiempo junto con lo poco de cordura y criterio que aún perduraban en su interior, dejando que estos se disiparan por completo solo para volver a caer en los encantos del ser que antes pudo considerar como su amado.

Quedándose estáticos por varios segundos hasta que por fin cedieron ante sus impulsos, juntando fugazmente sus labios, besándose como si su vida dependiera de ello, mostrando así cuánto se habían extrañado a pesar de todo el daño que se habían provocado.

La temperatura en la habitación comenzaba a aumentar con cada caricia y beso que este par se daba, recorriendo sus manos por el cuerpo del otro sin pena alguna, casi arrancándose la ropa por toda la lujuria del momento, dejándose guiar por sus emociones y sentimientos sin ponerse a pensar en las consecuencias que esto traería.




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Y vaya que fue la peor decisión que pudieron tomar, ya que al terminar su acto se quedaron sentados en el sillón, desnudos sin siquiera mirarse a los ojos, regresando por completo a la maldita realidad que tanto les había lastimado.

—¿Qué haces aquí?...— Mariana fue el primero en hablar, sin embargo en ningún momento alzó la mirada para volver a verlo. —¿Tu marido nuevamente se fue y por ello decidiste venir a buscarme?— casi se le quebró la voz al decir esto, aun así se mantuvo fuerte para poder sacarlo de una vez por todas de su mente.

—¿Eh? ¡No, no es eso!— intentó tomarlo de los hombros, sin embargo el castaño se apartó fugazmente antes de por fin mirarlo a los ojos. —Mariana...— a pesar de intentar ser fuerte, sus ojos habían delatado por completo su sentir, notando como las gruesas y amargas lágrimas rodaban por sus mejillas.

—Ya obtuviste lo que querías... Porque siempre ha sido así, ¿no es verdad?— le dedicó la mirada más fría que pudo darle. —Ahora lárgate— el híbrido se quedó estático, nunca había visto esa faceta de Mariana, a pesar de todo no quiso hacerle caso. —¿Qué no me estás escuchando? ¡Lárgate!— se levantó con cuidado, cubriendo un poco su cuerpo mientras señalaba molesto la puerta. —Ya no me hagas mas daño...—

Foolish suspiró profundamente, terminó por ponerse solo su pantalón y tomar sus cosas antes de levantarse para por fin caminar a la puerta, en donde se detuvo solo para dedicarle una última mirada llena de sentimientos indescriptibles antes de por fin salir y cerrar la puerta tras de sí. A pesar de que por un momento Mariana estaba por detenerle, sabía que esto no era lo correcto, además de que también se dio cuenta de lo débil que puede ser con Foolish y eso es algo que no le había gustado para nada.

Ahora lo único que quería hacer era volver a su cuarto y llorar hasta dormirse, casi parecía que todo este tiempo había sido en vano, ya que al final siempre volvía a aquellos sentimientos que juro eliminar de su ser y que ahora habían vuelto para quedarse. Pero antes de hacerlo, debía percatarse de algo.

Se acercó a la puerta para poder cerrarla bien, no sin antes revisar que el híbrido se hubiera ido de ahí, notándolo sentado en sus escaleras, dándole la espalda. Estaba por correrlo nuevamente sin embargo al ver su cuerpo temblar, sumado a algunos quejidos ahogados supo que en realidad este estaba llorando. A pesar de ello estaba decidido a cerrar la puerta para terminar con esto de una vez por todas, sin embargo el otro había comenzado a murmurar.

—¿Qué tengo que hacer para que me escuches?...— el híbrido miro hacia el cielo, como si estuviera buscando respuestas. —He sido muy paciente para poder hablar contigo y cuando por fin me armo de valor, lo arruinó por completo al dejarme llevar...— bajo la mirada, cubriendo su rostro con ambas manos. —Si sigo así, voy a terminar por creer todas las cosas que dicen sobre mí...— un profundo suspiro salió de sus labios. —El estúpido y despreocupado Foolish que se ríe de todo y no se toma nada en serio... Si tan solo pudieran conocerme mejor, quizás ya no dirían esas cosas tan crueles...—

Mariana se quedó estático, el escucharle decir eso había provocado que una inmensa culpa comenzará a invadir su interior, finalmente tenía razón, ya que no le había dado oportunidad de hablar, solo le juzgo a pesar de que él también había cedido a sus deseos carnales. Suspiró pesadamente antes de salir de casa, caminando despacio hasta llegar y sentarse con cuidado a su lado, causando que el híbrido le mirará asombrado.

—M-Mariana...— pero el mencionado no se atrevía a mirarlo. —¿Que-...—

—Cállate y escúchame— le interrumpió rápidamente, el otro solo asintió a medida que limpiaba sus lágrimas. —Antes que nada, tengo dos preguntas y necesito que me hables con la verdad... Solo así, quizás considere escucharte—sentencio.

—Esta bien...—

—Bien...— suspiro profundamente antes de hablar. —¿Por qué decidiste ayudarme?—

—Porque te veías tan indefenso al buscar esos objetos... Además de que terminabas agotado cada día mas, por ello quise ayudarte hasta que se convirtió en un tipo de juego para ambos...—

—Comprendo... Pero, ¿Por qué desde las sombras?—

—Porque quería darte tu espacio... Además, si lo hubiera hecho de frente me hubieras rechazado... Justo como ahora lo estas haciendo—

—Touché...— suspiró pesadamente antes de volver a hablar. —Ahora... ¿Por qué viniste aquí?— lo miro de reojo. —Necesito la verdad—

—Porque te amo— soltó sin más y sin dudar, causando que el otro lo mirara bastante sorprendido, sintiendo como su corazón se agitaba debido a la emoción del momento, sin embargo este sentimiento ceso al recordar nuevamente porque estaban en esta situación, por ello terminó por volver a desviar la mirada, apretando sus ojos para poder retener las lágrimas.

—Por favor, Fool... Dije la verdad, no me hagas más daño...— suplicó.

—No tengo porque mentirte— nuevamente había usado ese tono de voz serio y grave, aquel que tanto le gustaba al castaño, mismo por el cual meses atrás había caído por completo. —Me tienes aquí, en medio de la nada durante meses, y ahora estoy rogando para poder hablar contigo, aunque sea por un momento... N-No se que mas hacer o decir para que me creas...— intentó tocarlo por los hombres, sin embargo se alejó en los últimos segundos, con el temor de que el castaño lo rechazara. Mariana suspiro profundamente, asimilando todo lo que había escuchado hace tan solo unos segundos, antes de por fin decidirse y hablar.

—Está bien Foolish...— el mencionado lo miró mientras que este se levantaba. —Voy a escuchar todo lo que tienes que decirme...—

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