CAPÍTULO IX - MISTERIO

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Así siguieron pasando los días, días llenos de soledad y agonía para el pobre de Mariana, quien a pesar del tiempo aislado aun no podía olvidar lo que sentía por Foolish. No importaba cuanto mantuviera su mente ocupada, cuando menos lo esperaba volvía a recordarlo y con ello venían aquellos momentos maravillosos que pasó a su lado.

A pesar de todo intentaba poder seguir con su vida, gracias a sus esfuerzos su casa lucía muy acogedora y espaciosa, tenía un pequeño establo para poder guardar a sus animales, además de un huerto para poder tener alimento siempre a la mano. Poco a poco su estabilidad estaba comenzando a perdurar, al menos económicamente.

Ahora mismo se encontraba en su huerto, arrodillado mientras cosechaba unas cuantas patatas, tarareando suavemente una canción mientras seguía con su labor.

—Maldita sea— se quejó a medida que se levantaba. —Estoy cansado de comer sólo papas— bufo un tanto molesto. —Pero no me queda de otra, de este lado de la isla hay poca variedad de semillas...— miro hacia el cielo, imaginando algo que se le antojaba en verdad. —Quiero comer algo dulce y ligero, algo que ni siquiera deba preparar para poder comérmelo...— casi babeaba al decir estas palabras, y es que al estar aislado de todos, se había acostumbrado así a hablar solo. —Pero bueno...— suspiro pesadamente a medida que se levantaba y sacudía su ropa llena de tierra. Tomó su canasta llena de patatas y la llevó dentro de su casa, intentando pensar en cómo podría cocinarlas más tarde.

Al final de la tarde pudo hacer una buena comida, estaba feliz por el día tan productivo que tuvo hoy, quizás demasiado ya que había tomado una larga ducha en su tina para poder relajar su cuerpo cansado antes de planear irse a dormir, esta vez no pudo recaer en sus emociones debido a su cansancio, parece que esta vez había sido superior.




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Despertó después de tener una noche algo curiosa, por no decirlo de otra manera, ya que al parecer el castaño había tenido un sueño un tanto erótico que involucraba a cierto híbrido de tiburón en una situación un tanto comprometedora. La fantasía le había encantado, quizás demasiado ya que al despertar tuvo que cambiar y lavar sus sábanas junto con el pijama que tenía puesta.

—Si que eres un depravado— hablo mientras metía todo en un cesto, sintiendo como sus mejillas ardían debido a la vergüenza. —Menos mal que no fue mucho— suspiró pesadamente antes de tomar su canasta y comenzar a caminar afuera, sin embargo al abrir su puerta pudo percatarse de algo inusual. —Yo no había plantado nada aquí...— había posado su mirada en una parte de su huerto, parecía casi como si hubieran ampliado la zona y con ella también había plantado algo. —No había visto este tipo de semillas por aquí...— bajo la cesta antes de acercarse al lugar, quedándose quieto mientras miraba —¿O si lo planté yo?— se preguntó a sí mismo, intentando recordar si él lo había hecho. —Meh, quizás lo hice y por el cansancio no recuerdo... Si, tiene que ser eso— una risita salió de sus labios antes de volver a tomar sus cosas y así poder ir a lavar, todo ante la mirada de un ser que permanecía cerca de la zona, mirando atentamente cada movimiento del castaño sin acercarse a él. Ahora solo quedaba esperar y ver que podría ocultarse en aquella sembrada.




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