XV_(PARTE IV)

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UNA HORA ANTES

Expulsando toda la fuerza que le quedaba, el muchacho sostuvo el peso de André con su cuerpo mientras con las manos y pies se aferraba a la cruz de acero. Los pedazos de vidrio que aún quedaban en la estructura cortaban las palmas de las manos de Thommy, la sangre fluía, sin embargo, a él no le importaba, ni siquiera aquella estructura que también estaba por ceder y teniendo a su amigo a un par de metros aun así le pedía que se quedara con él, aunque sabía que no podría salvarse ni salvar a su amigo.

—¡Rizzo tienes que subir, la estructura va a caer! —gritó con desesperación Haildog. Pero André supo, desde que la maquinilla desprendió humo, que está ya no lo alzaría y él no tenía fuerzas para subir.

De su bolsillo de pierna extrajo su cuchillo de campaña, miró atentamente hacia Thommy quien entendió de inmediato la intención del chico y su desesperación se maximizo al saber que André estaba dispuesto a todo.

—¡No lo hagas maldito hijo de perra! ¡No llegamos hasta acá para morir así! ¡Te puedo sostener, solo sube! —exclamó Haildog con su voz desgarrada de tanto gritar.

Los dementes esperaban. Si Thommy fuera más perceptivo incluso podría ver como la muerte abajo se refregaba las manos y afilaba la guadaña. Los gritos desde el alma de los infectados retumbaban en todo el anfiteatro, pero André no pretendía cambiar de parecer.

—¡Thomas! ¡No tengo fuerzas para subir y la estructura va a ceder! —dijo tranquilo el chico Rizzo—¡No podemos morir los dos acá! ¡Tienes que rescatarla! —le añadió mirándolo a los ojos.

—¡Cierra la maldita boca! ¡Como se lo voy a decir! —le respondió ya casi sin fuerza para seguirle sosteniendo.

—¡Dile que la muerte me vino a visitar muchas veces estos 4 años y que hoy decidí abrirle la puerta y ver quien gana! ¡Dile que nada es al azar, todo tiene un por qué! ¡Dile que la ame hasta ahora! ¡Y a ti también amigo! —concluyó el chico.

Su mano la llevó entonces a la cuerda y con tan solo un estoque cortó la soga para dejarse caer al abismo, donde los infectados lo esperaban con los brazos abiertos, era como si estuviera en la mejor parte del concierto de rock metal y se lanzara a los brazos del publico enardecido mientras que Thommy, del impulso, saltó para atrás y quedó sentado en la cruz mirando como su amigo caía.

—¡NOOOOO!!!!—gritó tan fuerte que hasta los que estaban en el Humvee lo escucharon, incluso Katherine y Alonzo, incluso Dália que abrió los ojos de repente.

El muchacho, en cámara lenta se fue acercando hacia su destino que eran los infectados fase 1 y los deshuesadores, los fase 2 y las mutaciones fase 3. Todos extendieron sus brazos para tomar algo de su presa y amortiguaron el golpe mientras era secuestrado por las manos de todos ellos hasta lo más profundo del escenario, perdiéndose bajo los pies de la muerte, entre los bramidos y ataques de furia.

André se encontró al borde del abismo, sus manos extendidas en un gesto de desesperación mientras su cuerpo se precipitaba hacia lo desconocido. Un torbellino de emociones lo envolvía: miedo, resignación y una extraña aceptación de su destino inminente. Abajo, en las profundidades de la oscuridad, los contaminados esperaban como depredadores hambrientos.

Sin embargo, a medida que André caía, una revelación se hizo evidente: él también estaba infectado. El virus corría por sus venas, conectándolo a aquellos seres distorsionados que aguardaban su llegada. Y, de alguna manera inexplicable, los dementes parecían reconocer en él un par, un compañero en su enfermedad retorcida.

Mientras los dementes alzaban sus brazos y emitían gruñidos feroces, André pasó a ser uno de ellos y ellos amortiguaron su caída con sus cuerpos, dejándolo caer al suelo sin heridas mortales. En ese momento, los ojos de André perdieron la claridad humana, reflejando la misma locura y desesperación que brillaba en los rostros de los contaminados. Era como si su presencia desencadenara una extraña tregua, un vínculo compartido por la desgracia de la enfermedad.

LAZZARUS RENACIMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora