VII_ CASERÍA (parte 3)

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La voz era inconfundible, Micky adelantaba que estaba en peligro y su desesperación en la voz dejaba entrever que no venía con ningún vehículo de trasporte tal como lo habían planeado desde un principio. Finalmente el grupo se divisó cuando Dália emergió por la otra parte de la calle, a unos 50 metros, resbalando por el barro que había creado la lluvia y la tierra. Micky la ayudaba a levantarse, mas, casi la dejo caer de nuevo, a consecuencia del miedo que le dio cuando vio, a espaldas de sus amigos, la mutación.

Por contramedida, Giselle y Omar intentaron detener un poco su carrera cuando vieron a espalda de Micky y Dália una horda de infectados fase 2 que era innumerable a simple vista por lo que debieron ser rápidos en pensar.

— ¡Por el callejón!—comandó André apresurando su paso para llegar a una puerta de metal, pero al abrirla, emergieron otros infectados que le interrumpieron el paso.

— ¡Mierda, estamos atrapados!—profirió Giselle preparando su arma para comenzar la batalla.

André logró dar un paso atrás para no ser alcanzado por los infectados al mismo tiempo que Micky les disparaba para repelerlos. Omar por otro lado, de su mochila extrajo una granada.

— ¡Si lanzamos ésta solo nos quedara una!—dijo mientras le quitaba el seguro.

Pero esta vez tenían que decidir si atacar a la mutación o provocar un milagro y atacar a la horda que apareció por el callejón, aun con esas dos opciones, sus posibilidades de sobrevivir eran muy escasas, André lo sabía, así que decidió hacer lo que alguna vez prometió nunca volver a hacer, luchar contra una mutación.

— ¡Lánzasela a la mutación Omar, podemos luchar!—espetó el muchacho demostrando una confianza magna que se conjugaba con su rostro pavoroso.

— ¡Podemos matarle!—grito Dália sumándose a la seguridad de André, mas éste, la vio hacia atrás y le movió la cabeza a ambos lados objetando lo que la chica había dicho.

— ¡Solo la aturdirá pero podemos matar a los demás infectados y pasar por allá!—instó Rizzo.

— ¡Tengo humo!—exclamó Giselle extrayendo dos granadas desde su bolsa en la espalda.

Y por fin, cuando la mutación ya sobrepasaba la barrera de los 40 metros, Omar y Giselle lanzaron los artefactos casi al mismo tiempo, mientras Micky y Dália descargaban sus armas en contra de los infectados que los seguían por atrás.

A los pocos segundos, el humo comenzó a brotar y elevarse por el aire, y en instantes, cuando la humareda formaba un murallón amarillo, la mutación emergió por entre las nubes de clorato de potasio al mismo instante que la granada de fragmentación se activó y explotó a su derecha deteniendo su marcha en seco, dando un lapsus de tiempo a los muchachos para correr en su dirección, disparando sus armas para abatir a los infectados que se acercaban.

Efectivamente, la mutación solo quedó aturdida unos segundo, pero que fueron cruciales para que el grupo pudiera tener una chance de escapar, sin embargo, no todo estaba dicho ya que la nube de humo fue tan espesa que ni siquiera los chicos podía ver hacia donde escapar y peor aún, la horda de infectados que seguía a Micky y a Dália se acercaba rápidamente.

— ¡Corran y no paren por nada del mundo!—espetó Micky siendo el primero en entrar a la nube amarilla perdiéndose en ella.

Giselle, Dália y Omar lo siguieron siendo André el último en ingresar dando un suspiro de alivio al saber que tenían un poco, una mísera opción de sobrevivir pero la tenían, y en esta época, una pequeña esperanza de vida era una opción no una condición.

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— ¡Dália, tú conoces el lugar!—exclamó André corriendo sin parar, al igual que sus amigos.

LAZZARUS RENACIMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora