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Eran cerca de las 6 AM. El sol empezaba a brillar en el horizonte, y con él, los primeros ruidos de la madrugada. Pájaros cantando, autos pasando, los ruidos de los tacones en el suelo, todo era tan rápido y desordenado, que desencadenaban una melodía matutina y rutinaria. Unos ojos entre grises y celestes empezaron a abrirse poco a poco con mucha pereza.

Un cuerpo repleto de tatuajes, lentamente, se sentó en la cama y se estiró hacia el techo, dejando salir de sus labios un ligero gruñido lleno de cansancio. En completo silencio estiró su brazo hasta la mesita de noche, apagando la alarma de su teléfono y viendo las notificaciones que este tenía. Entre ellas, varios mensajes de su representante, así que optó por no responder ninguno, no al menos hasta que se despierte del todo.

Con demasiada pereza en su cuerpo, se levantó de la cama, desordenado las sábanas a un lado de su cuerpo. Volvió a estirarse y revolvió su cabello mientras bostezaba de forma grave.

A paso lento y pesado, caminó hasta el baño, apoyó sus manos en el lavamanos y se miró al espejo, ese gran pedazo de cristal que ocupaba toda la condenada pared.

Se miró e inspeccionó unos largos segundos. Su torso tatuado tenía algunas marcas de golpes, al igual que sus brazos. Agradecía que al menos en aquella pelea tenía la guardia lo suficientemente alta como para que su rostro saliera ileso. Vivía de ello y de su fama como luchador.

  
— Que fastidio.

  
Suspiró profundamente, frunciendo el ceño y abriendo la ducha para así dejar que el agua empiece a templarse mientras él apoyaba su espalda baja en el lavamanos y revisaba su teléfono.

Estuvo varios minutos así hasta que sintió como su cuerpo se calentaba y empezaba a cubrirse de una ligera capa de sudor. El agua ya estaba lista.

Se sacó el boxer que llevaba puesto y dejó el teléfono sobre el lavamanos para así entrar a ducharse y relajar el ligero dolor que aún sentía en las zonas golpeadas.

Estuvo un largo rato debajo de la ducha, enjabonando su cuerpo, lavando su cabello o simplemente con las manos en la pared y dejando que el agua caiga sobre su nuca y baje hasta su espalda de forma continua.

Al salir, su cabello chorreaba agua por su espalda, hombros y pectorales. Pese a que lo acomodaba hacia atrás, seguía escurriendo agua por su cuerpo, así que no tuvo más opción que tomar una toalla limpia y pasar esta por su cabeza repetidas veces. Su cabello azabache era tan lacio y fino que era prácticamente imposible despeinarlo.

𝗝𝗜𝗡𝗫    │    𝗕 𝗦𝗜𝗗𝗘 (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora