Capitulo 6: I Hate My Mom

268 44 8
                                    

Las sesiones con el pasar de los días en lugar de calmarse, se hacían más y más cansadas, el caso había pasado de ser un pequeño problema de la policía a una noticia casi nacional, se notaba que a la gente le atraía el morbo ¿Quien no quería ver evidencia de que una mujer lobo le había arrancado la cabeza a un agente del FBI? Por supuesto, mucha gente sería capaz de hacer lo necesario para ver eso, aunque también estaba la gente que utilizaba esta situación para expresar el odió que le tienen a los excluidos.

Las noticias amarillistas inundaban todo San Francisco, leer las palabras "Inestable" e "Sádica" a lado de su nombre no le sentaba bien ¿En verdad la veían como un monstruo sin corazón? Cuando en realidad la rubia se la pasaba llorando, pidiendo disculpas tanto a quienes hirió de forma directa o indirecta, y por supuesto, a ella también.
Gente se paraba afuera del tribunal con carteles, los cuales pedían que la metieran presa, siendo lo peor aquellas peticiones donde le dieran la pena de muerte. Eso era lo único capaz de ver, gente que le despreciaba, que la odiaban a más no poder.

Ahora era un buen momento para preguntarse si todo esto había valido la pena, todo porque quería repurar un amor de adolescencia, que inútil fue.

-Ella siempre fue una decepción para la familia, sus hermanos eran mucho más fuertes.

¿Era necesario tener a su madre humillandola enfrente de tanta gente?
En este punto ya debía estar acostumbrada de escuchar tanta palabrería en su contra, pero ser expuesta ante tantas personas no era para nada agradable, y era mucho más humillante cuando esas palabras salían de la boca de su propia familia, la cual se supone que debería estar apoyándote en las buenas y malas.

-No me sorprendería que haya esto todo esto tan solo para llamar nuestra atención.

-Eso no es verdad...- murmuró la menor de los Sinclair.

-¿Acaso la señorita Sinclair tiene que decir algo ante el jurado?- le había escuchado el juez.

Sintió como de repente un peso apareció sobre sus hombros, no podía hablar, no sabía que decir, si habría la boca, rápidamente comenzaría a llorar, por suerte tenía a su abogado para este tipo de situaciones.

-Lo que mi clienta quería decir es que las palabras de la Señora Sinclair no son verdad.

Enid alzo su mirada para ver a Bill, quien se había levantado, se había puesto nerviosa, no quería que hablara, porque ella tenía miedo, miedo de las consecuencias, y por eso mismo estaba él ahí, para poder decir aquellas palabras que a ella tanto temor temor le da.
Estiró su mano, tratando de sujetar el saco de Bill, para que esté se sentará, pero este rápidamente se movió fuera de su alcancé.

-¿Entonces está diciendo que la madre de la acusada, está dando una hipótesis errónea?- hablo el juez.

-Exactamente, porque mi cliente no sería capaz de hacer tales actos, y mucho menos por una pizca de atención.

-¿Estás diciendo que tú conoces más a mi propia hija que yo?- hablo una ofendida

-Si, lo cual es una lastima, porque eso me hace ver lo mala madre que es, Señora Esther.

Vaya que Bill sabía dar golpes bajos con el simple uso de su voz, era una manera elegante de poner a alguien en su lugar.
Ante tales palabras varias personas adentro del lugar comenzaron a murmurar, al parecer aquella discusión había provocado algo de revuelo, a tal punto que se pudo notar como la madre de Enid, apretaba su quijada, y si no fuera por el ruido de las voces, sería posible escuchar los gruñidos de aquella mujer.

Enid decidió optar por una postura más formal, por decirlo de alguna forma, no podía seguir con la cabeza baja, tenía que encarar aquellas problemáticas, no tenía que seguir escondiéndose, tenía que defenderse, tenía a alguien a lado suyo que le apoyaba después de todo.

Un par de segundos pasaron, para que el juez hiciera uso del martillo de madera, para llamar la atención de los presentes, pero en lugar de exigir silencio para seguir con la sesión, optó la opción de tomar un descanso de una media hora, al parecer había notado como el ambiente se había tornado pesado en cuestión de segundos, lo mejor que podíamos hacer era relajarnos un momento para que esto no terminará en una jauría.
Esther abandonó su lugar a lado del juez, se diría para su lugar, se podía notar tensa, su mandíbula estaba demasiado apretada, paso por enmedio de la sala, por ende a lado de la mesa en donde se encontraba su hija sentada. Ambas miradas de madre e hija se encontraron, el paso de la mujer mayor disminuyó notoriamente ¿Acaso quería intimidarla? Claro, siempre se ha tratado de eso, de mostrar quien tiene el control sobre las cosas, desde que estaba en casa a tenido tal carácter, intimidando a todos, pero esta vez no, Enid ya era mayor, por ende no podía dejarse vencer por una simple mirada.

Mantuvo su postura firme, sin apartar la mirada en ningún momento de los ojos de su madre, quien al ver que no tenía el efecto que quería sobre su hija, comenzó a enfurecerse, haciendo que sus caninos se hicieran más visibles, y en cambió Enid respondió poniendo una de sus manos sobre la mesa de madera, haciendo crecer sus garras, las cuales arrañaron la madera de manera sutil, ambas tenían sus propias formas de intimidar, y si está pequeña pelea de poder seguía lo más probable es que ambas mujeres terminarán en el piso, peleándose, exhibiendo el odio mutuo que se tenían. Pero gracias a qué su padre intervino, esto se evitó.

-Vamos Esther, relájate un poco.

Tomó a su esposa de los hombros, para así obligarla a caminar, el mayor le dedicó una mirada a su hija, se podía notar pena en él, una tristeza profunda, parecía que quería hacercarse a su pequeña para abrazarle, para decirle que todo saldría bien, pero al estar bajo el mando de Esther ya que está era la "Alfa" de la manada, no podía hacerlo, así que una tímida sonrisa fue todo el comfort que le pudo dar a su hija.

Una vez ambos salieron de su vista, relajó su cuerpo, suspirando, era horrible tener a su madre cerca, y tener que enfrentarla empeoraba la sensación.
Bill se hizo presente a su lado una vez más, al parecer había usado este tiempo para ir por algo de beber, siendo como no, café.
Le había traído su ya habitual café cargado, el cual tomó con ambas manos, estaba temblado levemente.

-Gracias Bill, por defenderme.

-No te preocupes, es mi deber no debes agradecerme.

La rubia tomo un sorbo a su bebida caliente, haciendo una mueca de disgusto por el sabor tan fuerte, definitivamente era difícil acostumbrarse a tal sabor.
Miró a su alrededor, la gente se había dispersado ya, al parecer todos estaban tensos, pero había alguien que no se había movido, era Charlie, quien estaba sentado, simplemente con sus manos sobre su nuca, cabizbajo, se podía notar como su pierna subía y baja, la estaba pasando pésimo, igual que ella.

Sinclair volteó a ver su café cargado, suspiró nuevamente.

"Si ella me viera en este estado ¿La estaría pasando mal?"

¿En este punto tenía sentido seguir preguntadose por el estado de aquella mujer? Por dios, le había arruinado su vida, y para variar no tenía idea si es que estaba viva o muerta, tenía que sacar aquella pelinegra de su cabeza, pero... Le era imposible.

Tomó otro sorbo a su café, siendo uno largó, como si trata olvidar todo como si de una botella de alcohol se tratará.

Breath - WenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora