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Diana

Cada día que mi relación con Max era más cordial, y con Dani, igual, nos queríamos muchísimo y la pasión seguía ahí. Éramos insaciables. No podíamos estar solos sin hacer nada, éramos incapaces. El pobre de Seb estaba hasta los huevos de oírme hablar de lo satisfecha que me dejaba.

–"No, si mi tipo son rubios de ojos azules", ya, lo veo muy rubio, eh. Platino.

–No seas envidioso, puedo compartir.

–¿Te me estás insinuando? –se ríe el alemán.

–Pues sí, ¿algún problema?

Y las risas pararon en seco. Carraspeó y vi como su cara tomaba color en la zona de las mejillas.

–Eres consciente de que la brecha de edad es enorme, ¿no?

–Ajá, y yo soy mayor de edad y decido a quien quiero meterme por el coño. De hecho estoy aquí porque mi padre me convenció diciendo que estarías aquí y porque me regaló una gorra tuya. Bueno, ya lo conoces.

Aus Liebe zu Gott... –entendía poco alemán, pero sabía que le estaba rezando al de arriba para mantener la calma.

–En holandés o en inglés. Gracias.

–Que me cago en mi puta madre –rió con la mano en la cara.

–Amén, rubio.

–Sabes el poder que tienes y lo usas en los hombres como te da la gana. Eres una zorra –me sonríe.

–Los tengo colgando de mi mano.

–No sé a que dios le rezó tu madre para que salieras así de perfecta, pero acertó –bebió de la lata que tenía al lado.

–Puedes preguntarle a Dani en que más cosas soy perfecta.

–Con todo lo que me has contado, creo que no me hace falta.

–Por si querías asegurar.

–Eres muy buena en las insinuaciones, ¿lo sabías? Hubieras sido una reportera cojonuda.

–Gracias, rubio.

–¿A partir de ahora me vas a llamar rubio, sonne?

–Puede ser.

–Qué original –rodó los ojos.

–Lo soy mucho más en otros ámbitos.

–... No vas a parar hasta que caiga, ¿verdad?

–Quiero que estés seguro de que te quieres perder esta oportunidad. Bueno, tú habla con Dani y ya te lo piensas, rubio –le guiñé un ojo y lo dejé ahí.

Sebastian

–Daniel, tu novia, o lo que coño sea, es un peligro –se me habían erizado los pelos de la nuca de solo pensar en algo así–. Se me ha insinuado como si fuera una serpiente venenosa. Casi me vuelvo loco –me quité la gorra y la tiré al otro lado de la habitación. Madre mía. Tengo hasta sudores fríos.

–Por dios.

–Entiendo que hayas hayas caído. Nos quiere de trofeo, es igualita a su madre.

–¿La madre es igual?

–Era. Cuando se casó, lo perdió todo. Pero es la misma labia, los mismos ojos, es la esencia. Es como una modelo de Victoria 's Secret. Podrías fácilmente meterla en uno de esos conjuntos y ponerla a caminar y todos se desmayarían a su paso.

–Viendo como la describes, parece que no estás nada horrorizado con la idea –ríe Daniel.

–¿Pero tú la has visto? ¿Cómo cojones quieres que me horrorice? Lo que me horroriza es que el padre se entere.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora