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Max

Soñaba con ese baño todas las noches. No podía con mi alma. Me despertaba con una erección de tres pares de cojones que no me bajaba ni a martillazos. Maldita sea, ¿qué me ha hecho?

Últimamente la veía poco por los circuitos y cuando la veía no quería estar con nadie. Tenía muy mala cara. Decidí acercarme a ella cuando la vi demasiado sola. Nadie la miraba, nadie le hablaba. Quería apoyarla en lo que fuera que estaba pasando ahora mismo.

–Hola, Didi –me senté a su lado.

–Hola, Max.

–¿Te encuentras bien? –le quité un mechón que tenía enfrente de los ojos.

–Sí, claro.

–No te veo muy fina...

–He tenido unos problemas, pero todo bien.

–¿Quieres contarme? Te prometo que puedes confiar en mí –estreché su mano entre la mía.

–No quiero que tengas problemas con esa persona.

–Ya tengo problemas con todo el mundo, que mas me da una más –me encogí de hombros–, ¿qué te pasa, pequeña?

–¿Te acuerdas del último problema que tuvimos porque me llamaste una cosa muy fea?

–... Sí, ¿por qué?

–Dani me ha cogido en el pasillo bastante cabreado y me suelta que pudiese ser que tuvieras razón.

–¿Vas en serio? –la ira se esparció por mi cuerpo como el jabón en el agua. Asintió y con un suspiro. No me lo podía creer–, no le diré nada, pero como me diga algo, lo reviento.

–Gracias, Max.

–No tienes por qué dármelas. Somos amigos todavía... –la rodeé con mi brazo.

–Estoy muy feliz de volver a estar a tu lado.

Un cosquilleo se presentó en mi estómago. Me gustaba oír esas palabras salir de su boca con lo que me había costado recuperar su confianza. Apoyé mi cabeza sobre la suya. Ambos sentados en el suelo de una sala privada de las gestiones de Red Bull. Ella se escondía donde Daniel no entraría nunca.

–Lo que pasó el otro día...

Me tensé y la miré. Joder, eso. Ojalá poder continuar con ese momento.

–¿Qué te pareció?

–Me faltaron muchas cosas. Acabar, por ejemplo.

–Claro –rió.

–¿Y a ti?

–Estuvo bien –me sonrió.

–¿Te gustó lo que probaste?

–Joder.

–Es curiosidad... –reí ante su cara.

–Me gustó. Pero hubiera estado mejor con tu corrida en las tetas.

–... Didi, joder... –me pasé una mano por la cara y me la quedé tapándome la boca. Madre del amor hermoso.

–Tu preguntas, yo respondo. Soy muy sexual y fogosa, Max.

–No me hagas querer más. A ver, que ya quiero, pero eso es un tema aparte –hablo demasiado cuando estoy nervioso. Y ahora estoy histérico.

–Buen dato.

–Perdón, cuando estoy nervioso hablo demás –joderrrr. Mi mente no va a parar.

Didi negó con la cabeza y rió.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora