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Max

No podía ni mirarla. Ella no era así, yo la había arruinado. No sabía si acercarme a hablar con ella o no. Nunca había sido un cobarde, pero esto me aterrorizaba. Perderla por completo. Fui a hablar con Daniel, me desahogaba siempre con él, esto no sería nada nuevo.

–¿Otra vez aquí?

–No te hagas el sorprendido –me senté enfrente de él.

–¿Qué tienes?

–Llevo desde hace unas semanas con un peso en el pecho que no se me quita ni para dormir. Me despierto y vivo con él, no me gusta.

–Se llama ansiedad, de nada –me guiño un ojo.

–Tomate las cosas en serio... –suspiré–, estoy preocupado por encontrar la manera de remontar con Diana.

–No sé como ayudarte.

–¿Cómo que no? Tú tienes soluciones para todo, y hablas mucho con ella –me parecía raro eso, también te digo.

–Ya, pero ella nunca me habla de ti.

–¿Y no puedes preguntarle?

–Max, con todo el amor del mundo, es tu problema, no el mío. El consejo que puedo darte es que hables con ella.

–Me da miedo.

–Anda ya.

–Te lo juro.

–No seas cagón y habla con ella, anda.

–Me odia.

–Ella no odia a nadie, gilipollas. Inténtalo. ¿No me haces caso siempre? Pues hazme caso con esto también.

–Si tú lo dices... –aparté la mirada. Solo de pensarlo se me acelera el pulso–, hablando de Diana, ¿te traes algo con ella? –volví a mirarlo a los ojos.

–... No.

–Te lo has pensado.

–¿Qué coño te importa?

–¡Mucho!

–¿Por qué?

No tenía respuesta para eso. Me molestaba, pero no sabía por qué lo hacía. No quería que nadie estuviera con ella, no podían hacerle más daño. No más de lo que ya le había hecho yo.

–¿Para qué la quieres?

–¡Te estoy diciendo que no tengo nada con ella! –frunció el ceño.

–Relájate.

–Pues no me presiones, qué quieres que te diga.

–No me seas mamón y dime qué cojones te traes con Diana.

–No-te-interesa-en-absoluto.

–Vete-a-la-mierda –me levanté.

–¿Vas a ser así? A ella le va a encantar saber que sigues siendo un gilipollas –me detuve en seco y me giré a mirarlo.

–A mi no me hagas chantaje, Ricciardo.

–Entonces empieza a ponerte las pilas si quieres recuperarla, porque entre Vettel y yo no te lo vamos a poner fácil.

–¿Vas a meter al bueno de Seb en esto? Estás enfermo.

–"El bueno de Seb" ya sabe todo lo que has hecho, el padre de la chica ya se encargó de contárselo.

Se me paró el corazón. No, más gente no se puede enterar de esto, van a arruinarme. No soy mala persona, solo he cometido errores. Errores garrafales, pero eso no me hace mala persona.

𝐦𝐚𝐝 𝐦𝐚𝐱: 𝐥𝐨𝐬 𝐠𝐚𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐭𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora