Rosaura

6 0 0
                                    

35 días. Esos eran los días que quedaban para la mejor fiesta del año, y nadie celebraba Hallowen como ella. Había celebrado 258 fiestas de Hallowen a lo largo de su no-vida. Y unas 5 antes de convertirse en vampira. Aún recordaba con cariño la primera que celebró, debía tener 27 años. Pero su favorita, sin duda, era la última que organizó como humana. Como vampira había celebrado fiestas buenísimas, sus fiestas llegaron a tal nivel de fama que no podías considerarte una celebridad si no habías sido invitado a una de ellas. Pero fue en la fiesta que celebró con 36 años donde la conoció a ella. Tenía la tez pálida, una larga melena negra y una cara tallada por los ángeles. Le pareció estar viendo al personaje de una novela cobrar vida, lo que nunca imaginó es que está fuera de vampiros. Pensándolo a posteriori estaba convencida de que era obvio, no entendía cómo no se diera cuenta de que esa belleza no es de este mundo. Se enamoró a primera vista y supo que estaba perdida para siempre. No tardó ni seis meses en convertirse para estar con ella para siempre, por desgracia ese para siempre no fue mucho tiempo. Era un alma libre y no estaba hecha para quedarse en un mismo sitio, ni con la misma gente mucho tiempo. 35 meses fueron los que estuvieron juntas como una pareja. Tras romper se seguían viendo de vez en cuando, eran amigas pero también amantes, aunque solo fuera un par de noches al año. Una de ellas habituaba a ser en su fiesta de Hallowen, aunque ya llevaban 15 años sin verse. Pero eso cambiaría en 35 días. Un murciélago le había entregado una carta suya, en ella le contaba que ese Hallowen planeaba ir a su fiesta, y eso había hecho que las ganas de que llegara el día solo hubieran aumentado. Sabía que solo sería una noche, pero tras 15 años una hora le habría bastado para ser feliz. El suyo era muy probablemente el amor unilateral más longevo de la historia, pero no el más triste y tampoco el más solitario. No era triste por que solo necesitaba saber que estaba bien y feliz para estarlo ella. Y no era solitario porque, aunque estuviera años sin verla, sus cartas le hacían compañía. Sus cartas y muchas amistades, que un castillo centenario tiene muchas habitaciones para llenar.

La fiesta de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora