Encuentro

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A pesar de que dos días antes parecían haberse llevado bien, cuando lo saludó al cruzárselo camino a su cuarto él no le devolvió el saludo. Es verdad que llevaba las manos ocupadas con una bandeja llena hasta arriba de comida, pero ni siquiera la había mirado. Estaba avergonzada. Ella le había sonreído y le había dicho —Buenas noches. — Con la voz tranquila pero clara. Se habían cruzado a menos de un metro, tenía que haberla escuchado, pero no la había saludado, no la miró siquiera. Ahora estaba frustrada y también avergonzada por haber creído que podrían llegar a ser amigos.

Apuñaló con el tenedor la tortita que tenía delante.
—No he podido evitar notar que te estás ensañando con la comida ¿Pasó algo? —Le pregunta Olga, Vito a su lado también parece interesado en la respuesta.
Tras contarle su encuentro con Gonzalo esa mañana Olga y Vito se relajan, y hasta sonríen. —No te lo tomes como algo personal, es por la luna llena, ¿Ves? —Dice Vito señalando la luna que se ve por la ventana. —Cuando hay luna llena se encierra él solo en su habitación y no deja entrar a nadie. Se encierra en sí mismo más de lo normal. No habla con nadie. Si salió de su cuarto fue solo para buscar comida, probablemente llevará los cascos y no te escuchó.
—¿Que le hace la luna llena? Ósea se que les afecta, he escuchado cosas, pero no se que es real y que no.
—Por lo que se, le cuesta controlar su forma y fluctúa entre lobo y humano o se queda en una forma intermedia. También sus impulsos primarios son más fuertes y difíciles de controlar, es como un animal salvaje, así que puede ser un poco peligroso. Y como su parte de lobo está más despierta también está mucho más sensible a los sonidos y olores. Por eso se encierra en su cuarto, y no habla con nadie.
—Nosotros ya lo conocemos así que no nos molesta que durante un día no esté para nadie. Pero entiendo que a ti te molestará. —Dice Olga

Aureana pasó la noche con Olga y Vito, pero después de cenar se sentía agotada y decidió retirarse a su habitación. Fue cuando pasaba frente a la puerta de Gonzalo que escuchó un gran estruendo, como si se hubiera caído algo. Se quedó parada sin saber que hacer, no quería molestarlo, y le preocupaban las palabras de Vito, pero estaba preocupada por si le había pasado algo. Decidió llamar a la puerta. Al cabo de unos segundos Gonzalo abrió la puerta. —¿Estás bien? Escuché ruido y... —Se quedó a mitad de frase al darse cuenta de que estaba desnudo. Gonzalo siguió su mirada y sin darle mucha importancia dijo. —Oh, perdón. —Arrimo la puerta y cuando la volvió a abrir tenía una toalla atada a la cintura. —Pasa. —Le dijo. Aureana dudó unos segundos, pero al final decidió entrar en la habitación. Estaba a oscuras exceptuando la luz de un par de velas.
—Estoy bien, me transformé de repente en humano y me lleve por delante la mesa, por eso escuchaste ruido. —Le dice mientras levanta la mesa del suelo.
Aureana aguanta un grito ahogado al ver sangre en su espalda. —Tienes sangre, eso no es algo que tendría alguien que está bien. —Dice mientras se acerca a él para observar la herida. Alarga la mano para tocarle la espalda. —Para. No me toques. —Le dice él alejándose.
—Solo quería ver si podía ayudarte, no soy muy poderosa pero se algo de magia de sanación.
—No quiero que te acerques. —Dice en voz alta, y murmurando continua —Es demasiado tentador.
Tras unos segundos en silencio Aureana dice —Explícame eso, por que mi mente está empezando a darle un significado muy turbio. Si planeas comerme, te aviso que aunque no sea muy poderosa se algunos hechizos que podrían noquearte. —Dice mientras retrocede hasta la puerta.

—No me refería a eso, pero me alegra saber que puedes defenderte. —Le dice divertido.

Aureana está a punto de irse, aún confundida por lo que ha dicho Gonzalo, cuando lo escucha soltar un gemido de dolor al moverse. Suspira y se da la vuelta para acercarse a él.

—Estate quieto. Ni se te ocurra intentar morderme o te noqueo. —Le dice pillándolo desprevenido. Con una mano le agarra el hombro para que no se mueva, y con la otra acaricia suavemente la herida mientras pronuncia un hechizo. La herida va cerrándose bajo su mano. —Esto ya está. Mañana te traeré un ungüento para que cicatrice bien. —Se da la vuelta para marcharse pero Gonzalo le agarra la muñeca y tira de ella hacia él. Antes de poder reaccionar sus labios están sobre los suyos. No entiende cómo han llegado a eso, pero tiene que admitir que le gusta. Le devuelve el beso y durante unos minutos no existe nada más.
—Te dije que si te acercabas sería demasiado tentador. Tenía tantas ganas, no sabes cuantas ganas tenía. —Le susurra cuando separan sus bocas. Se da cuenta de que ella también tenía muchísimas ganas de besarlo. No entiende por qué, Gonzalo no ha sido especialmente amable y aun así se ha sentido atraída por él desde que lo conoció. Podría reflexionar sobre ello, pero ahora mismo solo está segura de que quiere seguir besándolo y cuando la mano que él tiene sobre su cintura la atrae hacía su cuerpo no puede pensar en nada más.
Los besos ahora van acompañados de caricias y de manos recorriendo el cuerpo del otro, no tardan en llegar a la cama. Los pensamientos racionales están fuera de esa habitación, solo el deseo tiene espacio para existir entre sus cuerpos.

La fiesta de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora