Presentaciones

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Cuando despertó el sol se estaba poniendo. Había dormido medía noche y todo el día, ya era hora de desayunar. Se preparó y fue a la habitación de Olga y Vito. No quería ir sola, ni siquiera sabía dónde estaba el comedor. Aún no había llegado a la puerta cuando Vito y Olga salían por ella. Bajaron juntos al comedor. Allí hay varias mesas dispersas y en un lateral hay una mesa alargada con una gran cantidad de comidas y bebidas diferentes. Aureana coge un capuchino y un cruasán, y sigue a Olga y Vito a las mesas donde algunas personas ya están sentadas. Allí también ve al hombre lobo que conoció el día anterior, quiere evitarlo pero Olga y Vito van directos hacía él. Vito lo saluda y se sienta a su lado, Olga lo hace enfrente de Vito, así que Aureana se ve obligada a sentarse enfrente del.

—Aureana, este es Gonzalo, vive aquí y es un amigo nuestro desde hace años. Estaba deseando presentártelo. —Dice Vito a Aureana, entonces se dirige a él —Gonzalo, esta es la amiga de la que te hablamos.
—¿No os contó que ya nos conocimos? —Pregunta Gonzalo con una sonrisa.

Olga y Vito se giran hacía Aureana que está colorada como un tomate evitando mirarlos a la cara. Avergonzada se lo cuenta todo. Olga y Vito le riñen por entrar en la habitación sin llamar y ponerse a acariciar a un lobo. Se siente como una niña regañada por sus padres, se siente avergonzada y lo peor es que Gonzalo parece estar disfrutado. Pero se le borra la sonrisa cuando Olga dice —Aunque entiendo que quisieras acariciarlo, Gonzalo en su forma de lobo es adorable.

—Justo lo que quiere escuchar un hombre lobo. Que lo traten como un perrito. —Se queja.

—Oh venga, también eres adorable en tu forma humana.

—Olga, tengo 32 años, no quiero escuchar que soy adorable.

—Bueno, pues eres un chico muy atractivo. ¿Verdad que lo es, Aureana?

Aureana se atraganta con el cruasán. Va a matarla. Si sobrevive matará a Olga. Ella le da unas palmaditas en la espalda y consigue echar el trozo de cruasán en una servilleta. Ojalá se abriera un hoyo bajo su pies y la tragara la tierra. Lo único bueno de haber estado a punto de morir atragantada es que parece que han olvidado la pregunta. Se preocupan por ella y cuando los convence de que ya está bien el desayuno continúa con tranquilidad.
No es raro que Olga pretenda hacer de Celestina, pero no esperaba que lo intentara después de contarle lo de la noche anterior, es demasiado vergonzoso.

Después de desayunar Olga y Vito deciden enseñarle el castillo y los alrededores. Aunque Gonzalo no parece muy ilusionado con la idea, también lo arrastran con ellos. Olga y Vito son una fuerza a tener en cuenta.
Acaban pasando la noche todos juntos, aunque un poco seco, ahora que empieza a conocerlo Gonzalo no parece mala persona. Van a comer al pueblo y pasan allí la tarde, pasean y visitan las tiendas. Aureana compra un té típico de la localidad como regalo para Sabía, y algo de comida para Ébano. En otra tienda ve una pulsera de cuentas azules, le gusta pero no sabe si comprársela. Se pasa un rato mirando la pulsera hasta que escucha una voz a su lado.

—Cómprala, y vamos, o Olga y Vito nos van a dejar atrás. —Le dice Gonzalo.

Se gira para ver cómo efectivamente Olga y Vito salen por la puerta de la tienda. Mira una última vez la pulsera y se gira para ir detrás de ellos, pero Gonzalo la agarra del brazo para detenerla.

—Ya los alcanzaremos, si quieres la pulsera cómprala.

Está a punto de decir que da igual, pero lo piensa mejor, sí que quiere la pulsera. La compra y sigue a Gonzalo fuera.

—Era obvio que querías la pulsera, no se por que tardaste tanto en decidirte a comprarla. Y aún por encima Olga y Vito se fueron sin avisar. Que desconsiderados.

Aureana tenía una sospecha de por qué los habían dejado solos, pero no iba a mencionarlo. —Lo siento, esperastes por mi y ahora no sabemos dónde están.

—No tienes que disculparte, era lo mínimo, los que nos dejaron atrás fueron esos dos.
Pero la próxima vez que quieras algo para ti cómpratelo sin pensarlo tanto. No sé por qué estuviste tanto mirándola cuando no dudaste ni un segundo en comprar regalos para tus amigos.

—¿Mis amigos? — Pregunta sin entender. Gonzalo señala la bolsa que lleva en la mano. — Ah, no son mis amigos, bueno sí, pero también son mi jefa y mi gato.

—¿Le compraste esa comida a tu gato? —Le pregunta sorprendido.

—Solo lo mejor para el mejor.

—Supongo que ya tendría que saber que te gustan mucho los animales.

—¿Que?

—No lo pensasteis ni dos segundos, viste un lobo y fuiste a acariciarlo, está claro que te gustan mucho los animales. —La pica Gonzalo.

—Pensé que eras un perrito. —Replica ella ofendida.

—Sabes, no es algo que quiera escuchar como hombre lobo. Por lo menos podrías tener la decencia de no mencionarlo.

—Tú has empezado. —Se queja ella.

—Es verdad, mejor dejémoslo estar.

—No deberías ser tan sensible con tu aspecto adorable. —Contraataca ella sin dejarlo estar.

—No soy adorable.

—Un poco sí. —Sonríe con pillería.

—Uy, ya te estas pasando. —Le dice, pero sus palabras no coinciden con su mirada. La mira a los ojos desafiante, intenta parecer serio pero se nota que se está aguantando una sonrisa.

Aureana le devuelve la mirada desafiante, pero no aguanta ni 10 segundos. Desvía la mirada esperando no haberse puesto colorada como un tomate. Por suerte, al mirar hacia otro lado ve a Olga y Vito a través del escaparate de una tienda de vinos.

—¡Están ahí!

—Se van a enterar estos dos, les voy a decir un par de cosas por dejarnos atrás. —Dice Gonzalo indignado.

Entran en la tienda y Olga los saluda levantando una botella de tinto para enseñársela. —Para la cena. —Dice enseñando la botella con una sonrisa.

—Soy más de cerveza. —Le responde Gonzalo cortante.

—Lo sabemos. Ya pasamos por la cervecería a comprar tu favorita. —Le responde Vito enseñandole la cerveza.

—Qué buen amigo. —Dice Gonzalo dándole una palmadita en el brazo. Su fachada indignada se ha derrumbado en un segundo.

—No te creas que te saldrá gratis. Más te vale invitarnos cuando entrenes tu nueva casa.

—Por mi encantado, espero que entonces también pongáis las cervezas. —Bromea Gonzalo.

—Tendrás cara. —Protesta Olga con una sonrisa.

Y así, entre bromas y piques, regresan al castillo a cenar.

Aureana disfruta de la cena más que del desayuno y la comida, ahora se siente más cómoda con Gonzalo y él también parece más animado. Charlan y bromean los cuatro. Nunca lo habría pensado al conocerlo, pero puede que acaben siendo buenos amigos.

La fiesta de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora