Ébano

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Ébano parece sentir que su dueña lo va a dejar solo una semana, no para de perseguirla. Normalmente en la tienda cuando Aureana está en el taller el se tumba en la estantería del fondo. Cuando está atendiendo en el mostrador, él se sienta en la esquina de este y con un maullido da la bienvenida a los clientes y se deja mimar por ellos, hasta que se aburre de atenciones y se tumba detrás del mostrador. Pero estos días está siendo distinto. Sigue a Áurea a donde vaya, se tumba en sus piernas mientras trabaja en el taller, y se sube a sus hombros mientras atiende a los clientes. También en casa la sigue a todos lados. Aureana tiene que tener especial cuidado para no tropezar con él. Se está desesperado. Pero no puede enfadarse con él porque la mira con esos ojitos tiernos y solo tiene ganas de abrazarlo.
Desde que lo adoptó, 7 años atrás, nunca se había separado de él más de un par de días. Aún recordaba como si fuera ayer ese día, también fue su primer día trabajando en Potio. Estaba muy nerviosa porque quería hacerlo todo bien. Caminaba hacía Potio al borde de un ataque de nervios hasta que se le cruzó un gato negro. El gato se giró para mirarla un par de segundos y continuó su camino. También ella continuó hacia la tienda, pero ahora estaba más tranquila, se le había cruzado un gato negro, seguro sería un gran día. Las primeras horas, exceptuando un incidente con una pócima mal hecha que explotó manchándola entera, todo fue bien. En el descanso Aureana salió por la puerta lateral a buscar un café para llevar y algo de comer. No tardó ni cinco minutos pero al regresar vio la puerta entreabierta y se preocupó. Cuando entró al taller vio a Ébano durmiendo encima de la bata que había dejado doblada sobre la silla. Aureana se sentó en otra silla a comer, pero Ébano debió de olerlo porque en menos de un minuto estaba frotándose contra sus piernas pidiendo comida. Quizás fue Ébano quien la adoptó a ella, porque desde entonces siempre estuvo a su lado.
Ahora, años después no se imagina la vida sin él, aunque aún tiene cosas que acabar antes de irse, solo quiere pasarse el día consintiendo a Ébano. Le da sus chuches preferidas y lo acaricia todo lo que puede, lo abraza y le hace carantoñas, aún no se fue y ya lo echa de menos.

La fiesta de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora