💜🖤

3 0 0
                                    

Se había acostado con Gonzalo y llevaba evitandolo desde entonces. Claramente eso no era lo correcto, pero estaba muy confusa, no sabía si había cometido un error. Se había encerrado en su cuarto alegando que se encontraba mal, y bueno, era verdad, pensar tanto estaba haciendo que le doliera la cabeza. Sabía que se había sentido atraída por Gonzalo desde que lo vio. Pero él había sido bastante borde con ella. No es que eso hiciera que la atrajera menos, sus hormonas no respondían a la lógica, pero nunca pensó qué pudiera ser recíproco. Era solo atracción, claramente no había sentimientos románticos, y tampoco es que ella quisiera que los hubiera, o sí? Pero por lo que había dicho Gonzalo, y por lo que había hecho, parecía que también se sentía atraído por ella. Pero claro, era luna llena, no sabía cómo podía afectar a un hombre lobo, quizás se habría acostado con cualquiera. Esa línea de pensamiento no la hacía sentirse demasiado bien, pero era una posibilidad. No entendía por qué se preocupaba tanto, en unos días no tendría que volver a verlo.
Pero ahora sí que tenía que verlo, había quedado para ayudar a preparar todo para la fiesta del día siguiente y aún estaba en pijama. Se preparó a toda prisa y salió hacía el vestíbulo, cuando llegó la mayoría estaban allí esperando a que Rosaura empezara a dar órdenes, pero aún faltaban unos pocos. Se unió a Olga y Vito que esperaban en primera fila, por suerte Gonzalo no estaba con ellos.
Cuando Rosaura repartió los trabajos le tocó el grupo encargado de ir al almacén a por las cajas con los adornos. Gonzalo estaba en el mismo grupo. Intentó acercarse a hablar con ella, pero se alejó de él con la excusa de ponerse a trabajar y comenzó a acarrear cajas.
Llevaba un par de viajes cuando al ir a coger una caja alta, la torre de cajas sobre la que está estaba se tambaleó cayéndole encima. Su cuerpo reaccionó cubriéndose la cabeza y agachándose, pero ninguna de las cajas llegó a golpearla, todas cayeron a su alrededor. Cuando levantó la vista vio que Gonzalo la había protegido con su cuerpo.
—¿Estás bien? ¿Cómo se te ocurre meterte debajo? —Le pregunta alterada.
—Habría preferido un gracias. —Responde sarcástico.
—Tienes la espalda llena de golpes. —Dice ella sin hacerle caso mientras lo lleva a un rincón y le levanta el jersey.
—Menos mal que conozco una bruja que sabe algo de magia curativa.
—Estate quieto. —Le dice pasandole la mano por la espalda roja por los golpes.
—Empezaba a pensar que nunca volverías a tocarme. —Aureana no responde, pero se pone rígida y sabe que lo ha oído. —Lo siento. No se si hice algo que te ofendió, o si te forcé a hacer algo que no querías. Te bese sin preguntarte y después di por hecho que estabas bien con lo que estábamos haciendo. Nunca te pregunté y llevo desde entonces preguntándome si intérprete mal tus señales. Se que no es excusa pero estaba bajo el influjo de la luna llena, así que puede que recuerde solo lo que yo quiero y...
—Para. No es eso. No hiciste nada malo y te aseguro que no hice nada que no quisiera hacer. —Lo corta Aureana.
—¿Entonces por qué me evitas? ¿Te arrepientes?
—No lo sé. —Gonzalo se ve dolido ante esta respuesta, así que continúa, quiere explicarse bien, no quiere hacerle daño. —No esperaba que pasara. Apenas nos conocemos y estoy confundida. No se que significa para ti lo que pasó, y tampoco sé qué significa para mi, y no quería acercarme a ti hasta saberlo.
—Yo tampoco estoy seguro, pero se que desde que te vi me parecistes preciosa. Eres tan hermosa que la primera vez que te vi pensé que estaba soñando. Aún no nos conocemos mucho, puede que acabemos descubriendo que esto no va a ninguna parte, pero si estás de acuerdo quiero conocerte mejor y ver a dónde nos lleva esto.
—Me gustaría mucho. —Dice abrazándolo. —Gracias por comprenderme y por protegerme de las cajas. Eres mi caballero de brillante armadura. —Le dice bromeando.
—Un beso sería una buena recompensa para tu caballero. —Continúa él la broma. Ella le da un pico. Pero él se queja.  —¿Solo eso? Esperaba más. —Lo agarra de cuello y se funden en un beso, solo interrumpido por que alguien entra al almacén. Recogen las cajas y siguen trabajando como si nada hubiera pasado.

La fiesta de Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora