Olga y Vito

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Era un día tranquilo en "Olga y Vito" pero hasta en los días más tranquilos la mitad de las mesas tenían gente, pues tenían la merecida fama de ser el mejor restaurante de la zona. A pesar de que su cuerpo no digería ningún sólido desde que se había convertido en vampiro, más de 100 años atrás, la comida que preparaba Vito se consideraba exquisita entre multitud de criaturas. Sus especialidades eran sin duda las favoritas de Olga, puré de calabaza y croquetas de setas y queso. Tenía sentido que fueran su especialidad, teniendo en cuenta que había aprendido a cocinar para poder preparar comidas deliciosas a su esposa. Por su parte Olga aprendiera a hacer cientos de brebajes deliciosos para él, así que el servicio de bar también tenía gran fama. Ambos regentaban el local lo mejor que sabían, Vito en la cocina y Olga en la barra. Y durante 114 años habían llevado el negocio con tal éxito que habían conseguido que su fama fuera mundial. Así hacía 65 años que eran invitados todos los años, y sin faltar ni uno, a la fiesta de Halloween más famosa de todas, la fiesta del Castillo Gravis. Y este año no era una excepción. Estaban despidiendo a los últimos clientes de la noche cuando llegó un murciélago con una de las elegantes invitaciones escritas a mano. La mayoría pensaba que las escribía la anfitriona, Rosaura, pero ellos sabían que hacía años que delegaba esa responsabilidad. Reconocieron la pulcra letra de Teresa en la invitación. Y, aunque con una letra algo menos pulcra, no tardaron en confirmar su asistencia, pero acompañada de una petición especial. Tras tantos años de amistad confiaban en que aceptaría.

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