Dave Lomabrdi
Cuando abro los ojos lo primero que noto es demasiado peso encima mía. Me reincorporo y miro mi cuerpo para percatarme de que Ashley estaba encima mía de una forma exagerada. La intento mover de varias formas posible.
— Deja de moverte por dios - se queja Ashley.
— Deja de aplastarme.
Ashley abre los ojos y se percata de que la mayor parte de su cuerpo estaba encima del el mio. Se aleja rápidamente haciendo que se caiga de la cama y yo estalle en una carcajada.
— !No te rías! — reclama.
— Perdón perdón — digo levantándome de la cama — ¿Estas bien?
Ella asiente y se dirige hacia el baño. Yo de mientras aprovecho para abrir las ventanas y hacer la cama. La voz de Karla hace que Ashley salgo rápido del baño.
— !Quiero comer! — chica Karla.
— Ya voy cariño, ve lavándote las manos. — le responde Ashley.
Hoy me tocaba dar clases de boxeo a mi hija. Tampoco sabia como iba a enseñar a una niña de cinco años a boxear, ni siquiera sabia si iba a entender mis explicaciones.
Mi móvil suena y en la pantalla me marca el nombre de Victoria.
— Hola — saludo.
— Dave, debes de volver ya. Han ocurrido cosas. — su voz suena preocupada.
— ¿Qué ha ocurrido? — pregunto dudoso.
— James Darles. Esta difamando cosas sobre ti, cosas que no tienen ningun sentido.
— Bueno, no es algo que me importe y deberías de saberlo ya Victoria. — cuestiono yo.
Y era cierto, James era un periodista que siempre de alguna forma u otra intentaba joderme la carrera que me llevo tanto tiempo construir. Pero nunca me importo lo que decía de mi, ya que yo sabia perfectamente lo que era verdad o no.
— Solo ofrécele dinero como siempre lo has echo y listo. Tengo prioridades en estos momentos y no puedo volver. — aclaro y cuelgo.
Victoria siempre ha estado conmigo tanto en lo malo y en lo bueno y es algo que realmente agradezco. Pero la mayor parte del tiempo se ponía demasiado intensa y era algo que me sacaba de mis casillas. Como en estos momentos, que mi teléfono no paraba de sonar. Victoria definitivamente era la mujer mas intensa que he conocido.
Decido apagar el móvil y centrarme en mi hija y sus clases de boxeo.
El gimnasio estaba lleno de energía y el sonido constante del saco de boxeo resonaba en el aire. Karla y yo nos estábamos preparando para una clase de boxeo especial, un momento que habíamos estado esperando desde que le dije que le iba a enseñar a boxear.
Karla llevaba guantes de boxeo rosados que había elegido con ilusión, debo recalcar que los guantes eran mas grandes que ella y eso la hacia lucir demasiado tierna y yo tenía los míos en negro.
— ¿Listos para empezar? — le pregunté con una sonrisa.
Ella asintió emocionada. — ¡Sí, papá!
— Solo te pido que no te hagas daño. No quiero llegar a casa y que tu madre nos regañe a ambos.
Comenzamos con lo básico, un poco de estiramiento el cual Karla lo hacia sin rechistar. ¿Cómo una niña de cinco años puede saltar tan bien con la cuerda?
— Bueno pequeña, ahora te diré como debes de colocarte para atacar. ¿De acuerdo? — ella asiente. — Mantén los codos hacia adentro y las manos hacia arriba, la izquierda debajo de la mejilla y la derecha debajo de la barbilla. Mantén la barbilla hacia abajo en todo momento.
Karla me mira con cara de confusión.
— Papa, tengo cinco años. No se cual es la izquierda ni la derecha.
— Cierto, discúlpame.
Antes de seguir con las clases le di una pequeña explicación de cual era la derecha y la izquierda, le costo entenderlo pero lo consiguió después de una hora.
Después de una clases intensa, en donde mi propia hija se quejaba constantemente de mi y de que no sabia dar clases. Si sabia dar clases, pero no ha niños de cinco años. Mi hija realmente era una niña demasiado insistente y quejica.
— ¿Vas a quedarte a vivir en casa con mama y conmigo y ser una familia feliz? Los niños de mi escuela tienen padres que son felices.
— Se intentara pequeña, pero no puedo prometerte nada.
Ella asiente y abre sus brazos para que la cargue.
***
— !Mami! — grita Karla nada mas entrar por la puerta de casa — !Papa no sabe dar clases!
— Eso es mentira — reclamo yo — tienes una hija demasiado insistente y quejica.
— Mentira — habla Karla.
— Realmente los dos sois una pesadilla juntos. — habla esta vez Ashley asomándose.
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Destruccion
RomanceDos jóvenes, un embarazo que nadie se esperaba, amenazas y seis años despues.