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Kiabe llegó a casa de Vegeta para dejarle sus implementos de pesca. Estaba interesado por saber lo que había ocurrido con Bulma. Se apresuró a golpear la puerta y éste abrió decepcionado.

—Oh eres tú. ¿Trajiste todas mis cosas?

—Si señor. Revisé que no quedara nada en el muelle. ¿Tuvo suerte con la señorita Bulma?

—Estas mas intrigado por ella que por averiguar si no intentó golpearme ¿verdad?

—Es un hombre fuerte. Confío en que supo manejarla. ¿Y bien?

—Está más tranquila. Puedes ir a cerciorarte. Creo que evité que cometa una locura.

—¿Está seguro? ¿Que hizo? ¿Acaso la desmayó? ...

—Le pedí una cita, y no se negó. La mantendré distraída hasta que la boda del idiota de su ex deje de ser noticia.
Tal vez un mes como mucho.

—Wow. ¿Y le dijo que si? Estoy asombrado. Bueno no lo molesto mas señor. Iré a ver que se le ofrece a la señorita. Muchas gracias por lo que hizo por mi jefa. Algún día prometo devolverle el favor.

—Puedes irte. Quiero descansar.

Kiabe se sintió un poco más tranquilo y decidió cruzar a la casa de Bulma. Antes de golpear la puerta de la casa, ella abrió y lo hizo entrar de prisa. 
—¿Que te dijo?

—¿Quien?

—Pues Vegeta. ¿Con quien estabas hablando?

—Ah. El señor Ouji. Solo me dijo que me quedara tranquilo porque usted se encontraba bien.

—¿Solo eso te dijo?—Bulma se sentía aliviada de que nadie supiera que planeaba salir con Vegeta, fue a la cocina a beber un vaso de agua.

—También afirmó que usted y él saldrán en una cita.

A ella se le subieron los colores a la cara y escupió lo que estaba bebiendo.

—Me alegro por usted señorita. El señor Vegeta es un buen hombre.

—¿De verdad lo crees?

—Si. Caulifla dice que ustedes hacen una linda pareja.

—¿En serio? Pensé que prefería a su amiga rubia antes que a mi.

—Una cosa es lo que ella prefiera y otra es lo que él prefiera. Quien elije después de todo es el ¿no le parece?

—Tienes razón. El confesó sus sentimientos por mí hace días. Quise rechazarlo pero me di cuenta que me gusta.

—Entonces debería darse la oportunidad de enamorarse de nuevo ¿no le parece?

—Dudo que pueda amar a alguien como amé a Yamcha. No quiero lastimar a Vegeta. No es justo para él.

—Amar implica arriesgarse a que le rompan el corazón a uno. Sería el momento para que usted se concentre en recibir todo el cariño que él señor Vegeta quiera darle. No puede esperar toda su vida a que el señor Yamcha deje a su esposa y vuelva con usted.

—Creo que tienes razón. ¿Piensas que Vegeta es sincero?

—¿Si no está enamorado porque otra razón querría pasar tiempo con usted?

—Te mataría por ese comentario. De no ser porque Milk me dijo que debo ser más agradable contigo y con Vegeta. Por esta vez lo dejaré pasar. Pero no te abuses.

—Gracias señorita. Haré la cena.— kiabe se dispuso a preparar algo de comer y la conversación terminó ahí.

Por otro lado Caulifla regresaba a casa de su jefe. Con algunas bolsas de alimentos.  —¡Don gruñón ya llegué!—dejó las bolsas en la mesa y comenzó a guardar los víveres en los muebles de cocina. —¿Porque tan callado?

Cien Días Con Él                                        VegebulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora