Titanes: El Llamado de los 88

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Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.

Saga de los Titanes.

Capítulo 4: El Llamado de los 88.

Grecia. Atenas. El Santuario. Templo del Patriarca. Septiembre de 1979.

-Caballeros Dorados de Athena. La invasión que sufrimos el día de hoy, ha demostrado el estado vulnerable y de decadencia del Santuario de Athena –comenzaba Aioros, el Patriarca del Santuario, parado orgulloso frente a su trono, y con Yoshiko a su lado como ya era costumbre. Frente a Aioros se encontraban los Caballeros Dorados de Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Escorpio, Capricornio, Acuario, y Piscis, todos arrodillados y presentando sus respetos-. Una invasora de Cosmos Divino, logró llegar hasta el Templo de Escorpio, donde fue solo gracias a la rendición de la invasora el que Athena y el Santuario están a salvo. Pero ella, fue solo el inicio, de algo mucho más grande –prosiguió Aioros, mirando a su esposa, quien llevaba consigo un pergamino sagrado, mismo que extendió frente a los 12 Caballeros Dorados, mostrando el dibujo antiguo de una profecía-. El grabado de la Titanomaquia –comenzó Aioros, mostrando a los Caballeros Dorados presentes la imagen de Metis, la madre de Athena, fuera de las fauces de Tártaros, la prisión de los Titanes primordiales-. Patriarcas del pasado, profetizaron al ver en las estrellas, que llegaría el día en que Metis escapara del Tártaros buscando la cabeza de su hija, Athena, pretendiendo evitar el que ella se alzara en guerra contra los Titanes, e iniciara la Nueva Titanomaquia –explicaba Aioros, sobre una guerra que los Caballeros Dorados no se esperaban-. El dominio de la Tierra siempre será entre Athena y Poseidón, o entre Athena y Hades. Otros dioses como Eris o Ares podrían levantarse también, todos con el interés único de controlar a la Tierra. Pero los Titanes son diferentes, ellos ven a todos los dioses como enemigos, no se detendrán en la Tierra, su objetivo, es el Monte Olimpo. Nosotros los Caballeros de Athena, somos la primera línea defensiva de los dioses, y si bien Athena es a la diosa a la que servimos, los Titanes amenazan todo cuanto existe en el cosmos. Es por ello que debemos prepararnos para la guerra más grande de todas, la Nueva Titanomaquia –enunció Aioros, y tras decir aquello, varios Escuderos entraron en la habitación, todos cargando Cajas de Pandora sin dueños, colocando las mismas alrededor de los 12 Caballeros Dorados-. Pocas guerras, son tan importantes como esta que estamos por enfrentar –comenzó Aioros preocupado, y mirando al conjunto de armaduras sin dueño-. No sabemos cuándo llegarán, ni en qué números. Lo que sí sabemos es que Metis nos ha humillado a todos. La amenaza de los Titanes es entonces una amenaza que los Caballeros Dorados no podrán enfrentar por sí solos, es por esta razón, que yo, Aioros, doy inicio al Llamado de los 88. Usando a la Fundación Graude como nuestra principal fuente de reclutamiento, yo los declaro maestros, a todos y cada uno de ustedes. Forjarán ustedes mismos a la nueva generación de Caballeros de Athena, y con sus enseñanzas sagradas, llevaremos al Santuario de Athena a una nueva era de prosperidad –ordenó Aioros, y desde ese anuncio, el Santuario comenzó con la más grande movilización hasta entonces.

Casa de Acuario.

-Quienes tengan escuderos que puedan sentir el cosmos, los condecorarán con una Armadura de Bronce, y les pedirán su juramento en el nombre de Athena –la voz de Aioros resonaba con fuerza en las mentes de los Caballeros Dorados, que atendían al sagrado llamado a las armas, y aunque estos no estuvieran convencidos, como era el caso de Camus, quien en esos momentos colocaba su mano sobre la cabeza de Mii, abriendo el conocimiento del cosmos de su constelación, y encontrándola digna de acceder al potencial del cosmos-. Sé que es duro, jamás en la historia del Santuario, la educación de los Caballeros de Athena, ha recaído con tanta fuerza en los Caballeros Dorados. Pero Shion ya lo había decidido antes de mí, los métodos tiránicos deben cambiar, hay que enseñar a la nueva generación a amar a Athena con el ideal de justicia presente en todo momento –tras descubrir la fuerza de cosmos en Mii, Camus colocó la Caja de Pandora de una Armadura de Bronce con el grabado de un Delfín frente a la pequeña, quien no comprendía lo que ocurría, mientras Camus suspiraba, y miraba a sus espaldas, a otro par de Armaduras de Bronce, la Armadura del Cisne, y la Armadura del Pez Volador.

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