Eris: La Barrera del Caos

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Saint Seiya: Guerras Doradas – El Ciclo Infinito.

Saga de Eris.

Capítulo 17: La Barrera del Caos.

Alemania. Munich. 11 de Diciembre de 1985.

El suceso, se convirtió en noticia local tan rápido, que no había otra noticia que no fuera la del excéntrico hombre revestido en una Armadura Dorada, que había aterrizado como un cometa dorado en medio de la ciudad de Munich, deteniendo a una misteriosa asesina enserie enloquecida, que solo mataba por matar. Ya fuera en Munich, en Baviera, o en cualquier otro lugar de Alemania, no había de otra cosa de la cual se hablara en las noticias alemanas, ni siquiera la masacre que había ocurrido frente al Castillo Heinstein de Baviera, ocupaba lugar en las noticias, ya fuera porque las autoridades locales despreciaban a la familia que allí vivía, o porque lo que aconteció después de la llegada de aquel hombre en Armadura Dorada, terminó por convertir la, en ese entonces noticia de alcance local, en una de nivel internacional, cuando de un revés de su mano, la tierra se partió.

-¡Excalibur! –se transmitía en las noticias mundiales, pero la impresión de ver la tierra partirse tras el grito y el corte, palidecía en comparación para aquellos que presenciaron aquello en vivo, mientras las alarmas de los vehículos y los vidrios de los edificios, resonaban y estallaban tras el inmenso poder de ellos quienes habían permanecido como un secreto para el mundo, pero que habían definido el destino de la Tierra en más de una ocasión.

-¡Hoja Cercenadora! –respondió la Dríade, acrecentando el caos, y el impacto de la noticia, cuando los vehículos de los alrededores de la nada se partieron a la mitad, e igual hicieron las señaléticas, los semáforos, las paredes, aunque afortunadamente, ninguna de las personas que había permanecido para ver lo que acontecía, resultó herida. La misma suerte no corrió del lado del guerrero dorado, que se molestó por un corte a la altura de la mejilla- Tus defensas están perfectamente en alto, Caballero Dorado, ni una sola apertura en tu postura. Sin embargo, bajaste la guardia un segundo para salvar a aquella humana detrás de ti, todo un caballero –apuntó Hysmide, la Dríade de los Duelos, detrás de Shura, una aterrada ciudadana observó el pavimento cortado delante de ella con miedo-. Los humanos y sus ciudades, tan frágiles y estorbosas. No permiten un combate sin daños colaterales. Esto no será un Duelo glorioso si tu preocupación por los civiles se interpone. ¿Quieres que los mate a todos para que podamos luchar en toda la extensión de nuestros cosmos? –preguntó divertida.

-Mi trabajo no es proteger a las masas, eso lo acepto –comentó Shura, preparando su cosmos, Hysmide sonrió, esperando el desafío del corte del de Capricornio-. Lo hago porque es lo correcto... -declaró Shura, desapareciendo de la mirada de Hysmide, quien entonces sintió unos pies debajo de sus axilas-. ¡Salto de Roca! –enunció Shura, lanzando a la Dríade a los cielos, transformada en un cometa dorado, que no tardó en precipitarse al suelo, donde perforó el pavimento, y cayó al drenaje- También tienes razón en la fragilidad de las ciudades humanas. Por algo se nos prohíbe a los Caballeros Dorados, enfrentarnos donde haya civiles. Pero no solo eso deja a los humanos a merced de psicópatas como tú, sino que la Matriarca Yoshiko ha dado su real permiso. Así que, honraré la primera batalla en territorio humano, consagrando este momento en mi memoria, en que una Dríade recubierta de agua de drenaje me mira desde abajo. Será una historia para recordar en el Santuario –se burló el de Capricornio.

-Cortaré tu cabeza, y la lanzaré a una fosa común, veremos qué se siente que eso quede registrado en la historia de tu Santuario –saltó la Dríade, atacó, Shura la evadió con facilidad, y lanzó una patada, misma que cortó como si fuera un golpe con su brazo, y terminó por partir un automóvil de policía por la mitad-. No creo que vayas a quedar como el héroe –se burló ella.

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