18. Un nuevo vacío en el corazón

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A primera vista, el piso de Gianni me impresiona. El pasillito junto a la puerta principal conecta con un espacioso salón, así que le echo una ojeada mientras Gianni se quita los zapatos en la entrada y cuelga la americana en el perchero de pie que hay en la esquina. Dejo mis tacones a un lado y entro al salón. Aun sabiendo que es meticuloso, perfeccionista y exigente, no me habría imaginado en la vida que lo tendría tan ordenado. Suelo de caoba, paredes blancas y mobiliario con los colores blanco y gris combinados que le dan un aspecto moderno pero elegante. A la izquierda, descubro la cocina, que había pasado desapercibida porque ocupa una esquina del salón.

—Espérame aquí, no toques ni rompas nada —me ordena Gianni yendo de un lado a otro—. Necesito darme una ducha.

—Qué te crees que soy, ¿un mono?

No me hace caso. De hecho, creo que ni siquiera me ha escuchado. Desaparece por el marco de una puerta que parece conducir a otro pasillo que da lugar a las habitaciones y observo el sofá gris a la derecha, la mesita central y el mueble sobre el que descansa un televisor de unas setenta pulgadas. ¿Yo obedeciéndole a Gianni? Nah, hemos venido a jugar, me digo. Así que me doy la libertad de inspeccionar el espacio. Paseo la yema del índice por el mármol blanco de la encimera y compruebo que todo está impecable.

Tan impecable que resulta impersonal.

Me asomo cautelosa al pasillo sombrío que conecta con los dormitorios. Camino de puntillas como si eso pudiese salvarme de ser pillada in fraganti, compruebo una de las puertas con el centro acristalado por rombos de colores anaranjados y que parece aguardar un despacho, pero está cerrada con llave. A la derecha está el baño y, al fondo, supongo que está la habitación suite de Gianni porque de ahí procede el sonido la ducha.

No me detengo. Si hay algo de valor en este piso, estoy segura de que debe de estar en el despacho cerrado con llave o ahí. Su enorme cama blanca ocupa dos tercios del dormitorio, rebusco en los cajones de las mesitas de noche, donde solo encuentro calzoncillos, pijamas y calcetines. Compruebo la cómoda que hay enfrente de la cama, más de lo mismo: relojes caros, corbatas de lujo apartadas de las rojas de Digihogar, perfumes y otros accesorios. Me sobresalto al oír el click de plástico de algún bote de champú al otro lado de la puerta corredera del baño.

Espero unos segundos, vuelve a abrir el grifo y prosigo mi cometido.

Con cuidado abro la puerta del armario empotrado. Camisas que huelen a suavizante, pantalones colgados, abrigos, americanas de distintos colores y... ¡bingo! Encuentro una carpeta negra en las profundidades de una de las baldas, hurgo en el interior y creo vislumbrar el logo de Digihogar en varios documentos cuando, de repente, cesa el sonido del caudal del agua repiqueteando en las baldosas del baño. Para colmo, las pisadas húmedas de Gianni se aproximan a la puerta.

No me va a dar tiempo.

Secuestro uno de esos documentos con el logo de Digihogar, devuelvo la carpeta a la balda y la empujo deprisa y con fuerza hasta que oigo que suena contra la madera del armario. Cierro la puerta y, cuando Gianni sale del baño con una toalla alrededor de la cintura, el torso desnudo y el cabello empapado, la estampa es ridícula y absurda a partes iguales. Mi espalda contra el armario, las manos atrás sujetando el documento doblado y pegado al trasero, mis ojos desorbitados y una sonrisa grotesca que, al contrario de querer provocarle esa mueca de espanto, le está suplicando que pause su existencia hasta que me haya marchado de aquí.

Pero no, obviamente eso no se puede hacer y el tiempo sigue su curso.

Y lo único que pienso es en que parece que tiene los abdominales esculpidos, en la diversidad de tatuajes que se le extienden por pectorales y brazos, y en que voy a llevarme a casa este maldito documento, aunque tenga que tragármelo a trocitos, vomitarlo y volver a reconstruirlo hasta que pueda leer la información que contiene.

©La jugada perfecta (JUPER) (COMPLETA) #wattys2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora