La Chica de ToMan (Mikey x Tu)

Capítulo 07 (Segunda Parte)

—Son demasiados blandos, yo ya les hubiera dado una paliza —comenta Kazutora con la vista en la carretera.

—Me hubieran dejado al menos dispararle —reprocha T/N—. ¡No iba a matarlos!

—¿Segura? —se ríe Baji—. Mikey se ha calmado un poco desde que se juntó con Draken y que se haya hecho novio de la chibi.

—¡Puedo oírte, Keisuke! —ella estaba en medio de los que hablaban.

—Yo le hubiera molido la cara sin siquiera hablarle —dijo de repente Kazutora.

—Yo le hubiera disparado justo en los bajos —chasquea la lengua la chica—. ¡Kenchin, dame mi arma!

—¡No!

—¡ARG! —siguió quejándose.

—¿Eh? —emite Mikey al ver que su motoneta iba a una velocidad muy lenta.

Hasta que se detuvo. Los demás hicieron lo mismo y miraron el vehículo y a Mikey.

—Me quedé sin gasolina —dijo.

—Es broma, ¿no? —abrió los ojos Baji.

—¿Cuántas veces te dijimos que sería un viaje largo?

—Siete veces —dijo la chica, soltando un resoplido.

—Siempre tan poco previsor.

—Nosotros te esperamos en la playa.

—Oigan, ¿no les parece que esto es una emergencia? —Mikey lleva su mano al mentón—. La ToMan está en serios aprietos.

—¡Aceleren y no miren atrás! —dijo la chica en un fino hilo de voz.

—¿Eh? —emite Baji por lo que dijo Mikey.

—No, esto es problema tuyo, Mikey —Kazutora dijo con una gota de sudor en la mejilla.

—Háganme caso —T/N susurró.

—Este problema no es solo mío, así que hay que decidir quién irá por la gasolina...

—¡Hagan lo que les digo, mierdas!

—Mikey, ¿acaso...?

—Ya empezó —masculla Draken.

—¡Con piedra, papel o tijera! —propuso Mikey, con una sonrisa brillante.

—¡Lo sabía! —exclamaron los demás, lamentándose lentamente por no hacerle caso a la chica.

—Se los dije antes de tiempo, brutos —dijo entredientes.

—Abusivo —Mitsuya lo insultó, elegantemente.

***

—Que calor... Mierda —se quejaba Baji, arrastrando la motoneta—. ¿Por qué a mí? Estúpido, Mikey

Siguió caminado por varios y largos minutos. El sol estaba más caliente y no había ninguna pizca de brisa para al menos refrescarlo. Y lo peor de todo era que pasaban autos y ninguno se detenía para ayudarlos.

—Malditas gasolineras... —maldijo—: no hay ninguna...

—¡¿Cómo?! —dijeron de repente. Baji detuvo el andar—. Pero si es el gusano de hace poco —se estaciona justo al lado de él la pandilla que los molestó hace unas horas.

—¿Se quedó sin gasolina? Que patético —dijo otro.

—¿Estás solo? ¿En dónde está la muñeca?