Capítulo VII

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"¿Cuál será la sorpresa?" - pensó Changbin toda la noche y al día siguiente también.

Sumíase en aquel pensamiento cuando un compañero suyo abrió la puerta de su habitación y entró repentínamente - "Novato, quiero hablar contigo" - le dijo este.

Aunque su aparecimiento había sido sorpresivo generó curiosidad en el pelinegro - "¿Qué sucede?" - le dijo.

El castaño apoyó su cuerpo en la pared y frunció algo el ceño - "Oí que crees en las sirenas" - soltó.

- "¿A qué viene esa pregunta?" - remitió Changbin.
- "Vi una hace un rato" - aseguró Minho.

Los nervios se le pusieron de punta y se le obstruyó la garganta; no obstante, un par de segundos después, sonrió solapando su preocupación y suspiró soberbio - "Alucinas"

Su compañero frunció el ceño aún más - "Mientes" - cruzó los brazos - "Estoy seguro de que la vi, a tu sirena"

Changbin alzó la mirada ¡¿cómo es que sabía que tenía una sirena?! - "¿¡Mi sirena?!" - contestó entonces con apresuramiento.

Minho sacó una hoja de su bolsillo - "Siempe me pareció raro lo que pasó contigo" - pausó un momento - "Igual a la que describes en tu poema, es la sirena que ví"

El aprendiz se puso de pie de golpe - "¿¡Qué es lo que quieres?!" - le dijo sin más habla.

El hombre guardó silencio un rato - "Quiero que el mundo sepa de ella. Capturémosla"

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Quinto día de viaje

- "¿Todo va bien, cierto?"
- "Sí, sí. En un abrir y cerrar de ojos estaremos allá"

Changbin bajó por las escaleras del barco y se sostuvo de ella dejando medio cuerpo suspendido.

- "Eres muy fuerte ¿cómo es que no te caes?"
- "No se necesita tanta fuerza"
- "Mejor traigo la balsa para acá"
- "Está bien, estoy bien ¿tú lo estás?"

Felix frotó su nuca con cierta vergüenza - "Nunca me he arriesgado tanto. No sé porqué estoy emocionado"

El mayor soltó unas risillas - "Me estás haciendo un gran favor ¿sabes?"

- "¿Qué es lo primero que harás cuando todos me vean?"
- "Decirles que eres mi hallazgo"

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Minho inhaló y exhaló con notorio fastidio, habían pasado 20 minutos y el novato no emitía respuesta alguna.

- "No seas egoísta, hombre. No le diré al resto" - insistió.
- "No quiero capturarla" - pronunció el otro.

El castaño se echó a reir y masajeó sus cienes con disgusto - "¿Qué harás con la sirena entonces, uh? ¿Un paseo por altamar? Estamos próximos a llegar, debe ser capturada"

Para el pelinegro eso era inconcebible ¿cómo lo traicionaría de tal forma? Eso no era lo que había acordado con él.

La paciencia de Minho empezó a agotarse y se le acercó con la mirada estrezada - "¿Qué piensas hacer, eh? ¿Esconderla para siempre? ¿No quieres ser reconocido acaso?" - le dijo. Changbin le interrumpió con un "sí quiero ser", a lo que él continuó - "Si quieres serlo, tienes que ganártelo ¿pretendes que te crean sin pruebas? ¡en serio perdiste la cabeza!"

Su compañero le regañó como si de un hermano mayor se tratase, fuera de que tenía razones para hacerlo, ambos se conocían desde niños. Minho era un pirata habilidoso, mientras que Changbin era torpe aunque también subestimado. Por tal motivo el uno se alejó del otro.

- "Es tu momento de brillar ¿no te das cuenta?"
- "¡Claro que lo hago! Lo único que tú quieres es colgarte de la fama que tendré..."
- "¿¡Cómo carajos tendrás fama si nadie se entera de tu hallazgo?!"

Dichas palabras, sumadas con las anteriores, golpearon a Changbin como una buena bofetada que te devuelve a la realidad. Mientras sus ojos se colmaban de incertidumbre pensó - "¿Cómo pude hacer un plan tan ridículo?"

Todo era tan simple ¿por qué era tan difícil para él?

Minho lo miró penetrante - "Vamos" - le dijo moviéndo la cabeza en dirección a la salida del cuarto.

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Vigésimo día de viaje

- "¿Todos los humanos son así de guapos como tú?"
- "¿Realmente piensas que soy guapo?"
- "¡Claro! Las sirenas tenemos buen ojo, así que créeme"

Las mejillas de ambos chicos se ruborizaron naturalmente. Antes, el pirata no creía lo coqueta que era la sirena, pero ahora ya estaba acostumbrado. La sirena, por su lado, no entendía porqué le gustaba tanto.

Changbin observó con detenimiento a Felix; su piel tersa y blanca, sus hombros rosaceos y delicados, su abdomen ligeramente marcado y su diminuta cintura envidiable por cualquier mujer.

Su hallazgo era tan atractivo... ¿atractivo? ¿por qué un hombre como él pensaría algo así?

Eventualmente, el morbo se apoderó de su mente y miró aquel delicado cuerpo con lascivia. Era tan celestial que le revolvía el cerebro haciéndolo pensar rarezas.

¡Bah, lo que sea! No era nada en particular, sólo una que otra miradita.

Mientras tanto, el joven pecoso no se quedó atrás. Apreció cada detalle del tonificado cuerpo del apuesto hombre. Hacer eso le generaba la misma duda de siempre - "¿Por qué me gusta tanto?"

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"No lo haré" - decretó Changbin.

El rostro de Minho cobró vida propia despidiendo ira pura.

"Así que eres así de tonto..." - dijo, luego suspiró - "Lo haré por mi cuenta"

Minho abrió la puerta de la habitación y, a punto de salir, Changbin lo tomó del brazo - "No lo hagas, por favor" - le dijo con súplica.

Ambos se miraron. El castaño permaneció callado con las venas hinchadas de la furia.

- "¡Por favor, Minho! ¿acaso nunca has estado enamorado?"

Los ojos del más alto se abrieron como platos y pronunció sin intención - "¿enamorado?"

El bajo le apretó el brazo sospechando que se iría - "¿O no acaso?" - le dijo.

Para Minho todo careció de sentido. La nostalgia lo invadió, abandonando la disputa; haciéndole recuerdo de su amado, al que por desgracia no pudo salvar.

- "La sirena es más que un hallazgo, es..." - el pelinegro no pudo terminar de hablar, pues su compañero lo interrumpió - "Guarda silencio" - le dijo con estréz, se masajeó las cienes otra vez.

- "Has sido siempre tan raro novato"

Listo, por fin un capítulo medianamente largo. Gracias por leer. Por cierto ¿les gustaría un extra sobre el pasado amoroso de Minho?

"𝙀𝙧𝙚𝙨..." - 𝘾𝙝𝙖𝙣𝙜𝙡𝙞𝙭 [𝘾𝘼𝙉𝘾𝙀𝙇𝘼𝘿𝘼] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora