Capítulo 7

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Al abrir mis ojos, la cálida luz del sol se filtraba suavemente por la ventana, pintando la habitación con tonos dorados y llenándola de vida. Me encontraba acostada en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas que me rodeaban. La realidad de la habitación y la luz del día me envolvieron, pero mi mente estaba atrapada en un estado de transición entre el sueño y la realidad.

Mis sentidos se agudizaron mientras observaba a mi alrededor, buscando cualquier indicio de que lo que había experimentado no fuera simplemente un sueño . Me esforcé por recordar cada detalle, cada emoción, cada palabra pronunciada el día anterior que aún se aferraba a mi memoria. Pero la habitación estaba tranquila, y no había rastro de la intensidad emocional que había sentido momentos antes.

Miré a los lados, esperando encontrar algo que confirmara que lo que había vivido era real. El mobiliario familiar, los objetos cotidianos en su lugar habitual, todo parecía estar en orden. Aunque la lucha entre la incredulidad y la esperanza se libraba en mi interior, seguía aferrándome a la posibilidad de que lo que había experimentado pudiera tener algún tipo de conexión con el ahora.
Cuando supe que no lo era, una oleada de alegría y felicidad inundó mi ser. Mis labios se curvaron en una sonrisa, y un suspiro de alivio escapó de mis labios. La realidad de la habitación a la luz del día era reconfortante, todo estaba claro, había vuelto a Narnia.

Me senté en la cama por un momento, disfrutando de la sensación de estar despierta. La habitación, con sus detalles familiares y cotidianos, se convirtió en un refugio familiar y acogedor. La luz del sol acariciaba mi piel y parecía disipar cualquier rastro de soledad.

Me puse de pie con un nuevo sentido de determinación y energía, lista para enfrentar lo que el día tenía reservado. Aunque por un momento pensé que era un sueño, era todo lo contrario, me di cuenta de que todo era real y Narnia tenía mucho que ofrecer. Caminé hacia la ventana y miré el mundo exterior, había belleza y significado en cada momento que vivía despierta.

Lo veía como algo lejano e imposible, regresar a Narnia no estaba en mis planes, pero de alguna manera, me encontraba inmersa en este mundo mágico una vez más. La incredulidad se mezclaba con la maravilla en cada rincón de este reino, y aunque sabía que eventualmente tendría que volver a mi realidad cotidiana, en ese momento, me sentía completamente cautivada por la magia que me rodeaba.
Mis ojos brillaban con asombro mientras observaba el paisaje de Narnia, con sus colores vivos y sus criaturas extraordinarias. A pesar de los desafíos y las incertidumbres que podían acechar en este mundo, no podía evitar sentir una profunda conexión con él. La sensación de pertenencia se mezclaba con la emoción de lo desconocido, creando una experiencia única y asombrosa.

Mientras me sumía en la belleza de Narnia, una sonrisa se extendía por mi rostro. Pero esa sonrisa no solo estaba dirigida a la maravillosa tierra que me rodeaba, sino también a la vida que crecía dentro de mí. Mis manos acariciaban con ternura mi panza de embarazo, sintiendo la vida que latía allí. Era un recordatorio constante de que la magia no solo existía en los mundos fantásticos como Narnia, sino también en la maravilla de la maternidad y en la promesa de un futuro lleno de aventuras, tanto en este mundo como en el próximo.

Y de alguna manera, en lo más profundo de mi corazón, albergaba la esperanza de que este embarazo pudiera ser la chispa que finalmente cumpliría con esa profecía que había permanecido sin cumplirse durante tanto tiempo. Era como si la vida que crecía dentro de mí llevara consigo un destino especial, un propósito que aún estaba por revelarse. En cada movimiento de mi bebé, en cada latido de su pequeño corazón, sentía la promesa de un nuevo comienzo, una oportunidad para que Narnia y su historia encontraran su verdadero final.

Aunque las incertidumbres y los desafíos aún eran parte de mi camino, esa esperanza persistente me impulsaba a creer en la magia de lo que estaba por venir.

Los Reyes De La Era De Oro IV (Edmund Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora