El Pasado de Steele.

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Aquel día en la escuela transcurrió de la manera más normal posible.

Pareciera como si los eventos de los días anteriores, nunca hubiesen ocurrido. Después de ello, ya todos continuaban con su día como si nada hubiera pasado.

O al menos la gran mayoría lo hacía. Cosa que desde luego, no le convenía en lo absoluto a Balto. Porque debido a su situación actual, lo cierto es que él habría preferido, que toda la gente olvidara de golpe, solo así como así, el gran alboroto que se había armado, hace apenas un día. Y del que ciertamente, aunque sabía que eso era imposible, aún cuando tenían claro que la gente no lo olvidaría para nada, él ya estaba a la espera, de que al menos, nadie nunca llegará a relacionarlo con todo lo que pasó. Adentro de su mente, Balto solo daba gracias una y otra vez al cielo, porque nadie en la escuela parecía estar enterado, de que aquellos hombres que habían invadido el plantel, lo estaban buscando justamente a él. Al menos por ese día, lo único que pedía él, ya pasará rápidamente para ya poder volver a su casa. Todavía seguía teniendo mucho en qué pensar.

De su encuentro inicial con Angel, Balto se preocupó de una forma considerable, Tan pronto como tuvo en cuenta, que al parecer, sus conocidos y pocos amigos que tenía, sí que se habían percatado de su ausencia durante todo el resto de ese día. Pero bueno, ellos únicamente se preocupaban por él, y les surgía saber que él estaba bien. Pero no parecían tener sospechas de nada, ni mucho menos. Nada parecido. Algo que por supuesto era de agradecer.

El día comenzó. Y todo lo que era inevitable, simplemente pasó. Pero no se trataba de algo grave. Eran únicamente sus amigos, su pequeñísimo círculo social, conformado por unas cuantas personas.

Los cuales, obviamente iban a querer saber en dónde se había metido, y en dónde rayos habían estado durante todo aquel ataque, ya que no fue hasta que Thunderbolt les contó dónde lo había visto, que se calmaron, pues hasta antes de eso, temían porque aquellos hombres le hubieran hecho algo. Afortunadamente ahora veían que no fue así.

Balto ya solamente pudo inventar de la mejor manera que pudo, una mentira que al final no supo si fue lo suficientemente convincente, para que todos creyeran que había estado muy bien escondido, en alguna parte de la escuela, donde aquellos hombres jamás pudieron encontrarlo. En ese momento, nadie supo por qué, pero simple y sencillamente, sentían como que no podían creerle. Sin embargo, ninguno se atrevió a decir tal cosa.

Pero de entre todos ellos, hubo una sola persona. Que no se preocupó en lo absoluto por él, y a la que le daba totalmente igual lo que pasara con Balto. Esta persona por supuesto, no era otra que Steele, el perro de raza, Alaska malamute, mismo que desde hacía muchísimo tiempo, y pese a no habérselo demostrado nunca, siempre le había guardado un profundo rencor. La verdad, es que no era para nada tonto. Muy a diferencia de como él sí que lo consideraba a él, es decir, a Balto. Porque en serio no se explicaba a sí mismo, según él, como alguien podía en serio ser tan tonto, tan estúpido, en sus propias palabras. Para no darse cuenta de la gran suerte que tenía. A pesar de que se suponía que lo odiaba, Steele lo había estado observando desde hace años, y se podía dar cuenta de que, el mestizo, no tenía tan mala suerte con las chicas, como él alguna vez habría esperado. Sino que detrás de él, había más de una hembra diferente, que en serio denotaba estar suspirando por él. Cosa de la que él, jamás se percató. Y por eso mismo, era que Steele lo consideraba un grandísimo tonto. Pero la realidad, era que ellas tampoco concretaban nada. Es decir, ninguna de estas chicas, se atrevió nunca a confesarle sus sentimientos. Y esto no era reciente, ya llevaban varios años siendo compañeros de clase, o bueno, lo suficiente al menos. Pero de todo este grupito de chicas, hubo una sola, que Steele simplemente no pudo creer, ni tampoco asimilar, que ella pudiera estar enamorada de él. Y esta chica, no era otra sino que, Jenna Sables, la husky pelirroja, de raza pura, y que era considerada, no solamente por él, sino también por muchas otras personas, como la más hermosa, no solo en la escuela, si no quizá en el mundo. O quizá solo estaba tan enamorado, que por eso lo veía de esa forma.

Miraculous BaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora