[mariano × camilo]
La madre de Mariano está empecinada con una cosa: nietos, pero Mariano aún no se ha ni casado. Una cosa lleva a la otra y Mariano termina comprometido a la fuerza con Isabela Madrigal, la hija de su mentora, y pareciera que Marian...
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Había sido muy difícil para Mariano pasar tanto tiempo lejos de Camilo, cada día sentía que lo extrañaba más y aquel afecto que compartían se hacía más incontrolable con el correr de las semanas. Es más, Mariano no había notado lo indispensable que le era Camilo hasta que no pudo verlo más que a través de una pantalla. Ya no tenía un Camilo que le restaurara la energía que Isabela le consumía y eso lo dejaba agotado.
Y es que no fue hasta ese día específico de septiembre que Mariano descubrió que Camilo era la única persona que quería tener al lado a cualquier hora, de día o de noche, haciéndolo reír y tratándolo bonito. Se había acostumbrado tanto a recibir el cariño de Camilo que ya no lograba ser feliz sin él, pero honestamente Mariano estaba consciente de que no era lo correcto.
Incluso era irremplazable en su vida, con sus chistes macabros y sus hermosos ojos comprensivos, no importa cuánto se empeñara Mariano en negarlo, lo necesitaba, ya no aguantaría más tiempo sin darle... todo su cariño que nadie más había sabido darle antes. Mucho menos a Isabela.
Suave como el amor de mamá, Mariano usó sus manos grandes y curtidas para recorrer la dulce figura de su amado doncel que tanto había extrañado tocar sin limitaciones.
Y éste, que se derretía debajo de su toque, temblaba en anticipación.
Mariano estaba desesperado por estar junto al menor, sin embargo Camilo no se quedaba afuera, él se arqueaba y se removía en su asiento tratando de que el otro tocara más de su cuerpo, que no dejara ni un tramo de su piel caliente sin acariciar.
─ Mariano...─ suspiró Camilo y apretó los dientes o Mariano escucharía los gemidos que le estaba provocando─ espera... a-ahí no...─ se quejó.
─ ¿"Ahí" dónde?─ preguntó Mariano divirtiéndose con las adorables reacciones del menor, luego a carició con la punta de sus dedos la cara interna de los muslos del muchacho y sonrió al verlo estremecerse.
─ ¡Mariano!─ pero Camilo ya sabía que el mayor se entretenía haciéndolo sufrir. Desvió su rostro a un costado y soltó un gemido cuando la boca de Mariano devoró su cuello desprotegido sin aviso─ ¡M- ah!─ Camilo dejó escapar un suspiro tembloroso, cerrando sus ojos mientras se inclinaba hacia el toque de Mariano. Su voz temblaba de deseo y la respiración del mayor era caliente contra su piel sudorosa.
Se abrazó al cuello de Mariano y los dedos de éste se movieron más abajo, rozando el esternón de Camilo antes de llegar a su ombligo. Camilo jadeó, sus caderas se sacudieron ligeramente mientras luchaba por quedarse quieto y no parecer un perrito alzado.