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─ ¿Y... la pareja viene por un pastel?

¿"Pareja"?

Mariano y Camilo se miraron uno al otro rojos como tomates.

¡¿"Pareja"?! pensaron al unísono.

Luego de que Mariano decidió acompañar a Camilo a comprar un nuevo pastel de cumpleaños para Isabela ya que los Madrigal acusaron a Camilo de comérselo, los dos hombres entraron a la pastelería del centro que Agustín les indicó visitar y allí un pastelero con un enorme bigote los recibió con los brazos abiertos creyéndolos pareja.

─ Eh.. no, no, señor nosotros no-.

Pero al mismo tiempo era atropellado al hablar y no los escuchaba.

─ Ay, no se apenen─ dijo entre risas pícaras─ es normal venir y testear las opciones que ofrecemos para pasteles de bodas, tórtolos: tipos de bizcochos, adornos, glaseados para que su pastel de bodas sea el más magnifique de todos... por aquí, síganme.

El pastelero los guió a una pequeña sala con una mesita para dos en el medio donde prácticamente los obligó a sentarse.

─ Esperen aquí, tortolitos.

Les guiñó el ojo y Camilo ya no sabía dónde esconderse de la pena.
Sentía la cara tan caliente que si le rompían un huevo encima seguro se cocía.

Camilo jamás había tenido una pareja, sus papás se lo prohibían rotundamente, y si su mamá se enteraba que tenía una sin permiso sin dudas lo mataría.
Después estaba Mariano que salía con Isabela y diría que en contra de su voluntad, pero nadie lo obligó a nada, él solito llegó a la conclusión de que debía noviar con ella.

─ ¡Francois, dónde está la carta, tenemos unos novios en la sala!

Una vez que el pastelero desapareció detrás de la puerta de la cocina Camilo relajó los hombros y observó lo que los rodeaba con tal de no ver a Mariano a los ojos.

─ Y...─ comenzó el mayor─ ¿esto sucede siempre?

Era natural para Mariano imaginar que a los Madrigal siempre les sucedían esa clase de cosas. Ellos, especialmente Camilo, atraían los problemas y a Mariano le constaba, ya había asistido a la preparatoria con una y no fue un paseo por el parque.

─ No sé─ contestó Camilo aún sin verlo─ n-nunca había venido...

─ Ya veo...─ susurró el otro para sí mismo─ ¿y qué hacemos? el señor cree que somos pareja y no es a lo que venimos─ se rió.

─ Lo sé, es estúpido─ dijo Camilo en tono oscuro.

─ ¿Ah? ¿a qué te refieres?─ y Mariano enarcó una ceja. De repente Camilo no se veía tan radiante como antes.

𝐂ARIÑO 𝐌IO | MarianiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora