꒰⁠ O17 ꒱

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Era de noche, prácticamente las diez, y bajo el sonido de sus propios latidos Camilo Madrigal analizaba detenidamente si era una buena idea lanzarse a los brazos de su amado Mariano después de haberse dicho cosas que no sabían que querían decirse.

Quizás no sería lo más recomendable porque Mirabel saldría del baño en cualquier momento, pero...

─ Oye, Mariano.

─ ¿Mhn?

Los dos sujetos estaban mirándose fijamente mientras las manos grandes y curtidas de Mariano acariciaban los finos muslos de Camilo, suave y lento, haciendo a el jovencito tragarse sus suspiros.

─ ¿Crees que podríamos, tú sabes, vernos en la semana?, sé que aún estoy castigado, pero...

Mariano abrió los ojos ligeramente sorprendido y sonrió sin dejar de disfrutar de la tersa piel canela de Camilo bajo las calzas negras cortas de éste.

─ Por supuesto que sí─ contestó más que encantado de hacer planes con su lindo doncel─ puedes venir a casa si quieres─ sonrió abiertamente y luego se inclinó sobre el oído de Camilo haciéndolo temblar como una hoja─ me encantaría recuperar el tiempo perdido.

─ E-eso estaría bien─ consiguió decir Camilo después de sentir la voz grave del otro recorrerle todo el cuerpo─ me gustaría también...─ y tuvo que apartar la mirada o empezaría a balbucear también.

A su vez Mariano puso más ahínco en explorar las piernas de Camilo durante su pequeña conversación en voz baja. Podía sentir a cada parte del jovencito temblar ansiosa por más atención y eso causaba satisfacción en Mariano.
Tal vez no era correcto, sin embargo ninguno de los dos le estaba poniendo un alto a ese sentimiento tan maligno que los arrastraría a un pozo del que no podrían salir jamás porque simplemente no querían.

─ Extrañaba ver esa carita roja─ susurró Mariano más cerca de lo que nadie debería estar.

─ Eh-hum...─ y Camilo tuvo que respirar por la boca porque sólo por la nariz no le alcanzaba para oxigenar sus ideas.

─ Le rezaba a Dios todos los días para volver a verla─ era como si Mariano supiera exactamente qué decir para alterar los sentidos de Camilo─ creo que me escuchó─ incluso su risa, profunda y melodiosa, hacía al menor sentirse como nadie lo hizo sentirse antes.

─ ¿Y crees que nos ayudará si le pedimos que Mirabel se quedé una hora más en el baño?─ preguntó Camilo con una expresión traviesa.

─ Queda probar─ se rió el otro y encogió los hombros, tomó su celular para chequear la hora y notó que, en efecto, Mirabel llevaba dos horas en el baño.

𝐂ARIÑO 𝐌IO | MarianiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora