LA PRIMERA CITA DE MI HERMANO ES CON MI AMIGO

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La primera vez que Marco y yo nos conectamos fue a través de las monas chinas. Transmitían Doraemon durante las vacaciones, nos ponían frente a la televisión comiendo kakigori. El gato azul atraía a mi hermano y nada podía apartar la mirada de bebé Marco de la pantalla - Y hay ocasiones en las que cuestiona el telescopio que usa por lentes- también era el momento del día donde observábamos su sonrisa, de otra manera solo quedaba callado con el chupón dentro de la boca.

Marco permanecía absorto en el pelaje azul de Doraemon, ignoraba todo a su alrededor, hasta que su hermano mayor realizaba la pasarela de gashapones de Rei Ayanami. Colocaba los gashapones sobre la mesa de centro en una especie de fila. Seguía inmerso en la televisión, pasaba figura tras figura hasta que llegaba la Rei Ayanami en traje de baño. Solo verla sobre la mesa de centro provocaba en el una risa pícara. Entonces descubrí que tal como papá, las figuras femeninas nos llamaban la atención, casi como papá, a diferencia de que las nuestras no eran reales.

De Rei Ayanami, pasamos a Morrigan de Dark Stalkers, Yuko la bruja de XXX Holic, Maya Natsume, y cada vez los personajes que amabamos crecían en proporciones, mientras la ropa quedaba diminuta. Visitar Japón cada año era el pretexto adecuado para llenar nuestras habitaciones de monas chinas. Era nuestro pasatiempo, así como los videojuegos.

Llegado un punto no tuvimos a la misma waifu, y ahí fue cuando la separación comenzó. Yo era team Marin Kitagawa, él prefería a las tusnderes rubias como la maldita Mami de Kanojo Okarishimasu... Al final creo que solo fue un pretexto, pues yo me alejé de la familia por dedicarme al club en la preparatoria, y él, pues no sé qué pasó, que llegó a ese día. En el que lo veo feliz vestido como  Maruko, la hermosa hafu, que resulta ser mi hermano.

Al verlo alejarse cubriendo la sonrisa que mi único amigo le saca con algún bobo comentario, me doy cuenta de que es la misma que Doraemon le robaba cuando niño, él no podía apartar la mirada de Mustang, quizás Rei Ayanami ya no tenga efecto en él.

Caminaba tras ellos como si quisiera integrarme al juego en el jardín de niños, pero la vida no funciona así, sobre todo cuando has crecido. Maruko y Mustang se pierderon entre la gente, como una pareja feliz.

Usualmente, Maruko no soportaba ser vista en público, al paso de los días hasta puede salir a citas sin temblar como un flan. Me gustaba la versión Hinata, tímida, no podía acostumbrarme a los gustos de mi hermano, así que los comparaba con waifus, interpretando el mundo a través de enormes ojos en dos dimensiones, aunque todo se desvanecía al vivir la realidad.

Mi hermano se veía muy cómodo, y feliz O debía decir: ¿Hermana? Por primera vez cuestionaba si el afán de protegerlo no era más que un miedo a que mi hermanito fuera diferente... De cualquier manera lo seguiría queriendo. Y por ahora la cita empezaba con la sonrisa ultra rare dibujada en el rostro de Maruko al verla, el castillo de naipes construido dentro de mi cabeza comenzaba a tambalear como mecido por el viento.

Yuuki me acompañó en el proceso, la felicidad que sentía, se entremezclaba con una dejo de nostalgia. Yuuki me tomó del brazo mientras vimos a mi hermano subír a la rueda de la fortuna con Mustang, el lugar reservado para parejas del parque...

Mi hermano es un femboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora